21 de noviembre de 2010

La sombra...

Desafortunadamente, no cabe duda, de que el hombre es, menos bueno de lo que él se imagina que es, o de lo que quiere ser. Todo el mundo carga consigo una sombra,y mientras menos incorporada esté en la vida consciente del individuo, es más densa y negra. Si una inferioridad es consciente, siempre habrá una oportunidad de corregirlo. Además, está constantemente en contacto con otros intereses, por lo que está sujeta continuamente a cambio y modificación. Pero si se halla reprimida y aislada de la conciencia nunca se corregirá.

Jung, Psicologia y Religión

Tenemos que estar siempre atentos, la sombra nunca descansa y está lista a todo momento para apoderarse de nosotros. Resistirse es fatal, negarla es destructivo y entregarse a ella es peligroso. Debemos ser mansos como corderos pero astutos como serpientes, andar por una delgada línea entre represión y entrega, aceptación y negación. Hay un camino que va de la mano de las paradojas, de las aparentes incoherencias, donde la luz y la oscuridad se acercan y hermanan, donde no es necesario ser bueno o malo sino ser uno mismo. Es el camino de la gallina que es ave sin poder volar, del perro que es lobo pero obediente, del maestro que enseña sin serlo. Esta posibilidad está abierta a todos nosotros, humanos, mortales, en este momento y en este lugar, si permanecemos constantemente atentos al poder de nuestra sombra, cómo espera, cómo acecha siempre desde lo oculto para emerger de súbito, como una animal furioso y apoderarse de nosotros. La sombra es una parte de nosotros mismos y siempre que elijamos iluminar una parte de nuestro ser, otra estará ensombrecida y esa oscuridad proyectada que llamamos sombra.

La atención es la primera clave. El reconocimiento y la aceptación, la segunda. Jamás, la entrega. Jamás, la represión. Si no, estar despiertos, observando, cuidando de alimentarla lo suficiente para que no muera pero no tanto como para que se apodere de nosotros.

Esta es nuestra sombra. Y no es necesariamente una enemiga, sino que podemos hacerla un importante aliado.

+ a.l.e.j.o l.ó.p.e.z. +
Imágenes: "Dancing Shadow" by Svagrish y "Shadow" by Forgottenx (de Deviantart)

27 de julio de 2010



SERVICIO CONSTANTE
(Reflexiones de filosofía espiritual • Alice Bailey)

En la vida misma, tal como se manifiesta en la Naturaleza, los hombres tenemos la mejor demostración de lo que es el Servicio. Desde la luz y el calor que recibimos del Sol, hasta la viva manifestación de una hierba, todo es servicio, impersonal, abnegado y en obediencia a la ley que rige el desenvolvimiento de nuestro Universo hacia un mayor grado de perfección.
Todo en la vida es servicio; Dios, el Logos, se limita a sí mismo a fin de que sus criaturas tengan vida, se desenvuelvan progresivamente y alcancen la perfección, ideada en su Mente infinita; al otro extremo de la escala, el mineral cede sus elementos para que el vegetal germine, crezca, florezca y dé fruto.
Todo obedece a la ley dual del del Amor y del Sacrificio, cuya manifestación sintética es el Servicio Todo acto de verdadero Servicio intensifica y expande el amor, a la vez que fortalece el espíritu de sacrificio.
Por no entender bien esta doble acción recíproca, que es la raíz de todo progreso, buscamos en nuestras relaciones humanas lo que llamamos amor, pero tratamos de eludir lo que significa sacrificio, con lo cual hemos creado las dos fuerzas negativas, egoísmo y temor, causa original de todos nuestros sinsabores y desgracias. Porque el egoísmo y el temor no son productos de la acción de Dios sino creaciones de la mente humana.
Con frecuencia oímos hablar del Servicio de Dios, sobre todo en personas con carácter o tendencia religiosa. Indiscutiblemente la mejor manera, mejor dicho, la única manera que tenemos de servir a Dios es servir a nuestros hermanos, como manifestaciones y expresiones de la vida de Dios. La frase "servir a Dios" no tiene sentido si no quiere decir servirle en sus criaturas. Servimos a Dios cuando servimos a nuestros hermanos y contribuimos al progreso del mundo.
Servimos igualmente a Dios cuando nos esforzamos en ser nosotros mismos expresiones más perfectas de El y ponemos de manifiesto Su perfección en la altura y belleza de nuestros ideales y en la pureza de nuestros pensamientos y sentimientos, lo mismo que cuando nos esforzamos en embellecer nuestra forma física y en dar armonía a nuestros gestos y movimientos.
La marca del servidor no la ve ni la conoce el mundo, porque está oculta en el corazón del servidor y este no la muestra. El deseo de servir es el impulso natural del alma a manifestarse y expandirse; por esto quienes anhelan servir y se sienten entorpecidos, sienten una especie de malestar que tratan de acallar, prometiéndose servir cuando las circunstancias cambien y sean más favorables.
No esperemos que las circunstancias cambien ! El problema del mundo es nuestro problema. Intentemos que cada minuto de nuestro día sea un minuto de servicio positivo en beneficio del grupo, la familia, la nación. Recordemos lo que se nos dice en el Evangelio: "lo que hagáis por el más pequeño de mis hermanos, por Mí lo hacéis".

Esmerémonos por servir en las pequeñas cosas,
a fin de prepararnos para servir en las grandes.

Fuente: Revista El Servidor • Año XV Nº 22 • Fundación Lucis
Melina Enrico

23 de julio de 2010

Cuando dos son tres o el triángulo amoroso y esa dolorosa sensación de traición

¿Por qué el ser humano a veces hace cosas que consideramos malas? Mentiras, engaños, traiciones se suceden cuando alguien en una pareja que se suponía monógama elige abrirse al encuentro con otro o con otra y empezar un juego laberíntico para encontrarse preso y esclavo de sus propios engaños.


Primero, debemos saber que los triángulos amorosos son una experiencia arquetípica. Y con esto, queremos decir que pertenecen a toda la Humanidad sin importar barreras o fronteras culturales. En Astrología tenemos una casa para la pareja (la VII) y otra para los amantes (la V), sospechosamente vinculada a la expresión de uno mismo. El primer motor amoroso ocurre en el núcleo familiar en donde hay tres y no dos partes: padre, madre e hijo/-a (aún en aquellos en que el padre o la madre no es el natal sino el psicólogico). Siempre son tres. Todos hemos pasado por esta etapa que era necesaria y constructora de nosotros mismos. A menudo el padre pudo haberse sentido amenazado por el hijo y la madre, por su hija. Y según cómo se haya resuelto este complejo (y en algunos casos es evidente que no se ha resuelto en absoluto), cómo nos enfrentaremos en un futuro a los temas con los que se relaciona no sólo en la formación de pareja sino con todo tipo vincular y afectivo.


Entonces, en principio, el tres y no el dos. En el momento de conformar una pareja se establece un dos. Y es importante que ese dos sepa abrirse a un tercer elemento formando un triángulo sino quiere evitar estancarse y quedar en una dialéctica que con el tiempo no traerá satisfacciones. Posiblemente, un tercer elemento pueda ser un hijo o una hija. Pero también podrían ser actividades personales, deseos propios que vayan generando un movimiento personal a tono con el crecimiento de la pareja.


Es frecuente, sin embargo, que la pareja se cierre en el dos y se estanque allí. Se adquieren compromisos insostenibles, se generan exigencias inalcanzables y aumenta la tensión de un vínculo que antes era armonioso. El tercer elemento es una base donde apoyarse para sostener el equilibrio, sin él, se hace imposible. De lo contrario, la presión emocional aumenta como el calor crece en una olla a presión. El sistema estalla en la búsqueda de una salida: un hijo no deseado, un amante o una adicción, entre varias alternativas.


En todos los casos, ocurre más o menos lo mismo. Una de las dos partes siente una traición cuando la otra se avoca a este nuevo tercer elemento. Surgen celos, rencores y, con ellos, mecanismos de control o venganza. Siempre que una persona sienta la traición de otro/-a se están conjugando de nuevo traiciones antiguas, de su infancia. Dicha sensación es personal y propia de cada persona. Aquello que a mí me hace sentir traicionado no es lo que genera esa misma sensación en otros. Y según cómo haya vivido las anteriores, tendré más o menos herramientas para enfrentarme a esta nueva actualización de esta sensación.


Estas situaciones son de una alta complejidad. Nos vemos enfrentados a emociones que desagradan: traición, humillación y mentira parecen manchar todo un pasado donde las cosas eran distintas. No hemos sido educados para enfrentarnos a este tipo de sensaciones que intentamos ocultar y negar.


El triángulo entonces establece tres jugadores: a) quien engaña y miente, negando la situación; b) el engañado, quien se siente víctima y c) el propulsor al mal, quien motiva el engaño. Lo primero que hay que saber es que el sistema requiere de estos tres elementos y, por tanto, ninguno es victima ni victimario (aunque la consciencia lo sienta así) sino todos funcionales al sistema que entre tres fue generado. Además, hay que tener en cuenta que esta disposición suele surgir como resolución a esa olla a presión o como respuesta a pactos tácitos, palabras no dichas o hechos no consensuados y, como tal, es inevitable y consecuencia directa del comportamiento de los tres participantes y no de uno solo. Es importante tener siempre claro que surgen los tres a la vez y que ninguno es únicamente víctima. En todo caso, cabrá preguntarse, ¿por qué mi pareja me miente? o ¿por qué no me es posible confiar en mi pareja?, o bien, ¿por qué le miento a mi pareja?, o ¿por qué debo buscar un encuentro secreto que excluye a mi pareja (ya sea una adicción, un hijo o un amante)?, o ¿por qué elijo vincularme con alguien en estas condiciones tales que debe mentir y engañar a un otro para hacerlo?. En el único caso en que sí podríamos considerar víctimas sería en aquellos matrimonios que eligen tener un hijo como vía de escape y la criatura no nace en el hogar más feliz. Pero cabrá preguntarse primero si existe un “hogar feliz” en la tierra y, cuáles son las energías intrínsecas de esa criatura, y cuál su potencial transformador que lleva a que se manifiesten en este niño en este lugar.


Cuando pensamos en el primer elemento, quien traiciona, recordemos también que una persona que miente, sufre. A menudo, el que engaña sufre tanto o más que el resto. Y, según ciertas estadísticas, el remordimiento posterior nunca sabe compensar el placer primero de la aventura. Tendemos a ver en él el culpable de toda la situación pero sabemos que su posicionamiento en este papel es consecuencia de actos anteriores. Si hay víctimas, él también es una.


Por otra parte, está el traicionado. Es una figura de dolor y humillación, de pena y tristeza, en algunos casos, de cólera e ira. Frecuentemente, negará la desolación canalizándola a iracundos actos desenfrenados de venganza o imposición de distancias y límites para evitar enfrentarse a su propio orgullo, herido y lastimado. Aquí se expresa el dolor de todo el grupo y no sólo el propio. Parecemos encontrarnos con la única víctima pero ya hemos visto que los otros participantes también sufren y, seguramente, éste también tomó ciertas decisiones y dio ciertos pasos para encontrarse en ese puesto y, si no fue así, cabe preguntarse cuánto está dispuesto a dar, y cuánto a exigir, cuánto a perdonar y cuánto a permitir y por qué se siente (o sintió) atraído/-a a alguien que le miente. ¿Por qué duele la mentira? Sólo la completa comprensión de todo el proceso, de la propia sombra (y no sólo de la ajena) puede aportarle un conocimiento verdadero sobre quién es de forma que pueda salir adelante, sanar esa herida y construir un nuevo tipo de vínculo.


Por último, el tercer factor, que parece ser el único insensible del grupo, aquel a quien no importa nada más que el beneficio propio (obtener y ganar, usar y sacar beneficio) y que pareciera sentar su felicidad en la desgracia ajena. Éste personaje ha sido puesto siempre en la sombra, es ocasionador de males y destructor de familias. El mal, o bien, la llamada al mismo. Esta visión intenta salvar a quien comete la traición y cargar con toda la culpa a este tercer factor generando así un chivo expiatorio en quien depositarlo todo. Pero esto genera una polaridad que trae a quien traiciona a la limpia luz y a este otro a la negra oscuridad. En realidad, cuando llevamos al tercer jugador a la sombra, estamos queriendo negar nuestras propias tinieblas. Nunca es el otro enteramente culpable. Si uno no quiere, dos no se juntan. Aquí está representada la sombra de los tres participantes del triángulo que nos libera de culpas pero nos exime también de un verdadero crecimiento. Así, no fue él sino una mujerzuela que se le cruzó en el camino y no fue ella, sino la bebida y el submundo de las discotecas. Pocas veces cabe la pregunta de qué siente este tercer personaje, si sufre o no, y no suele reconocerse cuan gratuitamente (o no) participa del sistema como respuesta o solución a un tema anterior. A menudo, son las/-os amantes que salvan familias y vuelven a unir a parejas. Pero ellos mismos deberían preguntarse por qué eligen participar en este juego laberíntico y por qué desde este lugar. Y quien traiciona y el o la traicionada deberían hacer un esfuerzo por comprender que son tan responsables como este tercer personaje.


La vivencia de un triángulo amoroso, no importa desde qué rol se juegue, trae (si uno la trabaja) muchísimo crecimiento y un aprendizaje altísimo sobre uno mismo. Es una experiencia de suma complejidad y suele acarrear una alta intensidad emocional. Se evalúan los límites personales y ajenos habilitando luego vínculos mucho más sanos, francos, sólidos y honestos donde la expectativa al ser más baja, habilita un nivel de expresión y comunicación anteriormente imposible. Pero no es fácil enfrentarse a la humillación y la traición y nos encontramos aquí obligados a ver si sabemos tratar con la decepción. Por mi parte, creo que lo importante y esencial es no intentar buscar de inmediato culpables sino comprender que esta situación se da como resultado de un proceso que fue abriéndose desde antes. ¿Por qué se genera este tipo de vínculo?, ¿qué rol ocupa cada uno? Y ver entonces que se puede intentar sanar y, desde allí, continuar.

Imágenes: "Family" by Shikigamis (de www.deviantart.com), "Hierro 3" de Kim Ki-duk, "Nails in love"

4 de julio de 2010

Saturno vestido del otro...

En el Cielo se está dando un movimiento importante: Plutón entra en Capricornio. Tiembla entonces el sistema, teme la sociedad su propio desarme. El dios del Inframundo sólo emerge para destruir y matar. Sí, Plutón es transformación pero, sobre todo, muerte (asumásmolo). O al menos es así para nuestras limitadas psicologías mortales y humanas.

El otro día, en un seminario en Londres, hablábamos de otras posiciones en que Plutón hubiese estado en Capricornio. Descubrimos así que cuando Lutero propulsó la revolución estaba el astro en la misma posición. Allí, el sistema no se basaba en lo económico y la moneda sino en lo religioso. Los poderosos no eran los bancos sino la Iglesia. También entonces se culpó a manifestaciones externas del mal generalizado. Y también entonces el objetivo fue que pagaran ellos. LA revolución derrumbó el sistema: las iglesias protestantes surgieron con la fuerza de un neo-nato y se expandieron por el mundo. Continuaron luchas entre algunos que insistían no soltar y resistir y, otros, que se entregaban al cambio. Plutón en Capricornio nuevamente nos propone una muerte para abrir paso a una nueva forma de vida.

Para saber cómo afrontar esta destrucción, debemos mirar al regente del signo en que ahora se encuentra el destructor Plutón: Saturno. Y al mirar vemos que Saturno sale de Virgo para entrar en Libra. Saturno siempre lleva a la esencia de dónde se encuentra. Saturno es lo fundamental, lo esencial. Así, en Virgo nos hizo limpiar (costumbres, hábitos, ritos cotidianos, organizaciones y estructuras en las que nos hallábamos a salvo). Ahora, Saturno entra en Libra y nos pide que construyamos teniendo en cuenta al otro.

Libra es un sabio signo. Sabe ceder cuando es necesario y exigir cuando hace falta. Es equilibrado (no en vano tiene forma de balanza) y pide siempre clemencia, comprensión y apertura. Su regente es Venus, que exige abrirnos al encuentro.

Esta es una hora de encuentros, de recibir al otro y buscar construir algo en conjunto. Es un momento en que tenemos que examinar nuestros vínculos, qué valoramos de ellos y qué no. Y los vínculos pasarán por un juicio y muchos caerán. Si el otro no puede valorar mis necesidades y, sobre todo, si yo mismo no puedo ceder y dar libertades, el vínculo no sobrevivirá. Es un momento crítico, Saturno viene a podar. Y el podador no temblará al realizar los cortes que sean necesarios. Por supuesto, muchos vínculos sobrevivirán. Y no sólo eso, sino que saldrán aireosos, fuertes, concisos, maduros y concretos, adquirirán una forma mucho más estructurada y estable. Saturno corta para habilitar otro crecimiento, tanto más decidido y elegido, tanto más consciente y maduro. Así que no hay que temer sino pactar, elegir y, sobre todo, construir. Esta es la hora de construir con la ayuda del otro, de armar algo de a dos. Es la hora de la apertura, de construir desde Venus que es todo lo creativo y sensual, todo lo seductor, todo ese abrirse al encuentro, a la aceptación profunda. Entonces, los vínculos serán torres, altas y fuertes, visibles desde la distancia, y desde ese contacto, podremos iniciar la reconstrucción del mundo. Nada podrá dañarnos porque no estaremos en contra de los otros, sino en contacto con ellos.

No hay que temer, entonces. Hay que amar, como siempre. Pero ahora, más que nunca.

+ a.l.e.j.o l.ó.p.e.z. +

Ilustraciones: Volcano de davidr805 y Justices de *puimun (en Deviantart)

30 de mayo de 2010


Acerca del TAROT

El Tarot o “Taro” (acentuada en la última sílaba) como en realidad se denomina por ser una palabra francesa, es un antiquísimo oráculo en imágenes. Un legado de sabiduría arquetípica que data de los despertares de la humanidad.

22 Arcanos Mayores (21 numerados más Le Mat) y 56 Arcanos Menores conforman su estructura de 78 cartas. Como lenguaje sagrado cada arcano mayor representa un estadío o momento en el viaje de un héroe hacia la iniciación. Podríamos imaginar que Le Mat, conocido como “El Loco” encarna para aventurarse en el sendero iniciático.

La meta de esta travesía es el encuentro con lo celestial. El alma de este peregrino va evolucionando sobre los surcos de la dualidad. Luego de trascender el mundo como una personalidad debatida entre los rieles de la polaridad, alcanza la unión con el plano cósmico, el contacto y la vivencia de ser uno con la totalidad, la unidad, el samadhi.

Una consulta al Tarot siempre brinda una apreciación de sentido acerca de la realidad de interés del consultante. La secuencia de la tirada ofrece también una orientación y soluciones a los arquetipos o representaciones difíciles de elaborar.

El Tarot es un lenguaje óptico que requiere ser decodificado en la articulación del tarotista, el consultante, y las cartas dibujando tramos del recorrido. El vínculo de esta tríada y su lectura amplificada a la situación de destino actual del consultante, ofrecen una clave de comprensión y mirada trascendente. Cuando esta comunicación se realiza comienza a suceder un vínculo activo sagrado manifestándose en la voz del espíritu alumbrando al ser en el recorrido de su sendero en la dirección ascendente.

Los seres humanos pasamos por pruebas y desafíos para integrar nuestro ego y el designio cósmico del cual somos portadores. La sabiduría de los arcanos nos facilitan secretos y claves para descifrar el sentido esclarecedor, el tiempo y el espacio como escenario de los sucesos, y los arquetipos actuando en ellos.

El TAROT es considerado como el “toque del alma” para que la misma se una al vehiculo humano y luego lo porte como canal hacia lo celestial. El estado iniciático es posible en todos, los lenguajes como El Tarot, la Astrología, La Alquimia entre otros son medios de conocimiento, como así también son el orden de esta codificación que se refiere a la totalidad como principio único, sagrado y creador.


Melina Enrico *

13 de mayo de 2010

La maquina del destino...

¿Qué es el destino? ¿Y cómo es eso de que los astrológos creemos a una sola y única vez en él y en el libre albedrío?¿Conceptos opuestos o complementarios?


Si lo vemos desde una perspectiva más flexible y entendemos al destino como aquella búsqueda de nosotros mismos, ese futuro siempre en movimiento y cambiante, entramos en un aspecto del mismo novedoso y desafiante: el destino y el libre albedrío ni se complementan ni se excluyen sino que uno redefine al otro y viceversa como el cara y seca de una moneda.

Herman Hesse ha dicho que el destino de cada hombre es conocerse a sí mismo. El Destino es todo aquello que nosotros somos pero que todavía no podemos saberlo o adquirirlo como propio. La Máquina del destino es tan perfecta, tan milimétricamente exacta que consigue que el destino de unos se cruce con el de otros en el momento preciso para hacer que se empujen entre ellos a expandir e incorporar siempre más de su propio ser.

¿Por qué nos ocurre aquello que nos acontece? ¿Por qué nos encontramos en determinadas situaciones? Cuando vemos que los demás hicieron, sintieron o dijeron, y que fue lo externo quien nos trajo a la presente encrucijada dejamos de ser conscientes de que el hecho de que exista un destino para cada cual no nos exime de tomar las decisiones que sean necesarias para que aquel sea. No nos ocurren sucesos, nosotros les ocurrimos a ellos. PEro las posibilidades de manifestación de nuestra energía natal no son ni miles ni millones sino infintas y no alcanzarían todos los libros del mundo para describirlas. Y he aquí que podemos tomar decisiones o, al menos intentar hacerlo, de acuerdo a quienes somos, sin ver en el afuera elementos extraños sino elementos propios. Podemos trabajar por incorporar nuestra sombra. Siempre que creamos ser "esto o aquello" estaremos echando luz allí, en esas características nuestras de las que sí somos conscientes. Siempre que hagamos luz y la posemos sobre un cuerpo, generará sombra. Y no vemos la sombra porque en la oscuridad somos ciegos.

A cada paso, a cada minuto, cada hombre tiene la posibilidad de aceptar su destino con las elecciones que haga, la posibilidad de aceptar quén es. Si uno insiste en ser aquello que no es, el destino continuará posisionándolo en las mismas situaciones, siempre forzándolo a ejercer su energía natal. Y uno puede pelearse con esta maquinaria perfecta o, modestamente, aceptar. Aceptar que hay un destino requiere de mucha modestia. Las filosofías que erradicaron la idea del destino son las mismas que engrandecieron la idea de lo humano, desproporcionando nuestro lugar en un sistema tanto más vasto, mayor y abarcativo. El aceptar nuestro destino, paradójicamente, aporta libertad. Porque al cesar en el deseo de ser aquello que no somos, se genera una energía liberadora que puede ser recanalizada a decisiones y pasos creadores.

El destino nunca es pasado sino siempre futuro. Podemos, mirando al pasado, ver cómo se conjugaron las fuerzas astrales natales, entender las decisiones que hemos tomado de acuerdo a las contradicciones internas. Generalmente, cargamos con demasiados arquetipos que parecen contradictorios y no sabemos hacerlos andar al mismo ritmo y a la par. Al mirar ese pasado, y ver cómo nos posicionamos frente a estas luchas internas, al ver cómo se repiten estas situaciones(nunca iguales pero siempre similares) , podemos comenzar a comprender quiénes somos verdaderamente en esta búsqueda de consensuar opuestos. Y poco a poco, acercarlos para encontrar una forma de ser ambos a la vez. Pertenecer y diferenciarse, poseer y soltar, aceptar y renunciar, controlar y entregarse, y más y más...

Con el paso del tiempo, iremos aceptando nuestra sombra, descubriendo de qué somos capaces y de qué no, cuáles son nuestras virtudes y nuestras faltas. Acercando los opuestos que en realidad nos conforman como un único ser y no doble, triple o múltiple. Poco a poco, la maquina del destino se mostrará en su plenitud y sabremos comprenderla en su totalidad. Veremos entonces como cada situacion no pudo haber sido resuelta de otra manera, cómo cada decisión era necesaria para la conformación de nuestro completo ser.

+ a.l.e.j.o l.ó.p.e.z +

Imágenes: "Search Party" de limnides, "La rueda de la fortuna" de Acheon Tarot y "The search for the light" de Birni4

23 de abril de 2010


22 DE ABRIL 2010
• HOY LA TIERRA CELEBRA SU SER •

ELLA existe brindando todo aquello que NOSOTROS necesitamos para habitarla
sin pedirnos NADA A CAMBIO ofrece el sabio set de ELEMENTOS ESENCIALES
TIERRA para que pisemos firmes, para que cultivemos y nos alimentemos. Tierra para que florezca la belleza y el verde de los follajes flamee en los árboles, escultura vivientes, íntegros representantes de lo estable
AIRE para que seamos uno con ella. Respiramos el aire de la Tierra, su aire acompaña nuestro RITMO, entra y sale como soplos de viento. En lo liviano de su cielo, además de nuestros ojos, se alzan las aves danzando entre la libertad de lo liviano
AGUA para que humectemos nuestras formas. Beber sus aguas es regarnos en fluidez. La CONTENEMOS, la necesitamos. Cómo un bálsamo el agua calma nuestra sed, arroya lo que somos, circula.
FUEGO para iluminar y dar calidez. Fuego para ENCENDER todo aquello que son más que propósitos y voluntades. Fuego que GUIA con sus llamaradas ardidas nuestros espíritus humanos. Fuego para QUEMAR vitalidad y volver a renacer en ella

HOY LA TIERRA REUNE SUS REINOS
FLORA, FAUNA Y HUMANIDAD ASISTIENDO A CELEBRAR

HOY LA TIERRA NOS DEMUESTRA UNA VEZ MAS
" QUE ES EL SERVICIO Y LA HUMILDAD "

SOLO DAR, SOLO UN PERMANENTE BRINDAR
DEL "HUMUS" BROTA LA HUMILDAD

LA TIERRA, NUESTRA CASA, ESENCIAL,
VITAL DE VERDAD

• C U I D E M O S L A •

* MELINA ENRICO

17 de abril de 2010

Somos el destino del otro

A menudo decimos en Astrología que cuanto nos acontece es parte de nuestro destino. Así, un tránsito de Marte puede indicarnos que se sucederán situaciones donde este planeta sea el protagonista: un accidente, fiebre, competencia, discusiones o, simplemente, una renovada vitalidad expresada en miles de formas: deportes, sexualidad, direccionalidad al momento de hablar, etc. El Universo es sabio y proporcionará escenarios para la manifestación de esta función. Y el Universo es también preciso. Un tránsito es un punto clave en un proceso amplio y lento en el desarrollo del ser.

Pero la conciencia tiende a fragmentarse y quebrarse. En general, no somos enteramente concientes de nuestra totalidad como unidad sino que vivimos contradiciones internas. Muchas de ellas, negadas, se ven obligadas a ser expresadas por otros medios y se manifiestan en el mundo externo. En efecto, todo lo que nos acontece proviene de ese Sí Mismo que intenta hacernos integrar aún más nuestra totalidad. El destino, entonces, tiene poco de prefijado. El destino es en realidad nuestra sombra proyectada, todo ese rebasio de ser que preferimos ignorar e intentar callar. Cuanto más reconozcamos nuestra sombra, más cambiará el destino. Cuánto más incorpore yo de mi ser total, más tendrán que cambiar las situaciones externas. Si yo insisto en que soy "esto o aquello" mientras que las situaciones externas intentan hacerme ver que en realidad soy mucho más, dichas condiciones externas tendrán que repetirse hasta que haga un insight y descubra que soy tanto, tanto más. ¿Qué herramientas cuenta el Universo para hacérnoslo ver? Ponernos en situaciones donde dicha energía se manifieste y, particularmente, acercarnos a personas que manejen dicha energía.

Entonces, el "resto", toda ese gente que se nos cruza: amigos, amantes, parejas, familiares, compañeros de trabajo, de autobús, clientes, camareros que vienen a servirnos un café en un bar son en realidad parte, engranajes, de una maquinaria gigante y perfecta que llamamos "La Máquina del Destino". El otro es, sin lugar a dudas, nuestro destino propio.

Y aquí debemos hacer un juego de desdoblamiento, acuariano o geminiano (en definitiva, aéreo), y ver que si el resto es nuestro destino, nosotros somos los destinos de los demás. El Universo es preciso y exacto, nada es azaroso, nada coincidentemente casual. Todo es intencional. Ningún intento, futil. Aquí no hay pérdidas ni resabios. Cada encuentro que tenemos con alguien nos habla de nuestro propio destino pero también manifiesta la red en la que estamos inmersos porque habla del destino ajeno. Todos interconectados. Todos perdidos. Todos encontrados. Lo que uno haga, modificará a todo el resto; si uno cae, la red entera temblará. También, cuando uno se regocije. Este concepto puede vaciarnos y hacernos sentir que despersonaliza nuestra identidad. Pues entonces, no somos más que en relación con otros. Por el contrario, la propuesta es la otra: sólo al aceptar toda nuestra individualidad, sólo al atrevernos a pasar por el proceso de individuación de manera completa y total y asumir nuestro ser entero como unidad, sólo al ser nosotros mismos de manera plena, feliz y total, podremos hacer un aporte al arquetipo, iluminar la sombra y regalarle una ofrenda a esta red humana que conformamos. Y sólo así podremos hacernos dueños de nuestro destino y redigirlo, cambiando también el de la humanidad. Porque si somos espejos de la sombra del resto (y el resto es la proyección de la nuestra propia), en cada hombre está contenido la humanidad entera. Y, así, al resolver nuestro propio destino, salvaremos a toda la Humanidad.

+ a.l.e.j.o l.ó.p.e.z +

4 de abril de 2010

La Humanidad como una red




Nos acercamos a la Era de Acuario. Visionaros auguran grandes males para el mundo. Tragedias, catástrofes, muertes. El Infierno mismo. Al mismo tiempo, se anuncia un cambio de consciencia, un salto increíble que traerá muchísimo bienestar, paz y tranquilidad. "Morirán aquellos que no estén preparados para eso". Al mismo tiempo, se multiplican los medios para comunicarse: internet en todos lados, los móviles alcanzan niveles de desarrollo inimaginables y ahora, hasta pueden hacerse llamadas telefónicas desde un avión. Las distancias se hacen cada vez más cortas, el Hombre conquista por completo el planeta. Ya podemos ir y volver a cualquier parte de nuestra Casa Tierra si podemos pagarlo. Se masifican las migraciones. Estamos en contacto perpetuo con gente de otros lados, las fronteras se intensifican pero al mismo tiempo carecen de sentido. Se genera un doble movimiento donde cada uno intenta reafirmar sus raíces y orígenes y, al mismo tiempo, intentamos ver las similitudes con los otros. Las naciones tienen cada vez más un objetivo de cooperación común. Comenzamos a crear nuevas identidades: la europea, la latinoamericana, etc...

Todo esto ocurre poco a poco pero a pasos agigantados... hace sólo 15 años, internet no estaba al alcance de la mano, los móviles pesaban quilos y los aviones no surcaban constantemente los cielos. Posiblemente, la clara señal de que este gran cambio se acercaba fue aquel viaje (real o montado) que nos permitió ver la Tierra desde el espacio, salir de nosotros mismos y vernos desde fuera, desdoblarnos y aún así seguir siendo nosotros mismos pero ya no iguales, sino distintos. El ojo que finalmente puede verse a sí mismo.

Acuario es una red que, como aquella para pescar tiene nudos que la mantienen junta, tiene nudos-humanos que la hacen una. Desatemos una atadura y se deshacerá, rompamos una cuerda y se aflojará. Acuario ve que la Humanidad, con sus increibles diferencias, es en realiad una sola. Pero es en Acuario donde estas diferencias se acoplan y generan una sola unidad, la unidad que trae la diferencia. Olvidemos la dialéctica por un momento, neguemos el proceso tesis-antítesis-síntesis... y quedémosnos en la idea de que hay un millón de cosmovisiones y sensaciones que acontecen a un solo tiempo y en un solo instante. Todos los seres humanos somos el mismo humano y, al mismo tiempo, somos distintos. Todos sufrimos, todos amamos, todos tememos y todos anhelamos felicidad. Y cada uno a su manera.

Acuario propone que comprendamos que en esta Nave Tierra somos uno y, además, uno con ella. Lo que le ocurra al de aquí, afectará al de allá. El Rey y el político, el ladrón y su vícitma, la policía y los jueces, las amas de casa y los banqueros, los camareros y los maestros, las prostitutas y los artistas, los niños y los adultos, los estudiantes y los perezosos, los nobles y los falsos, los honestos y los mentirosos. Todos uno, todos lo mismo, pero cada uno en su propia función. La ligazón es inquebrantable y las consecuencias de las acciones, inevitable. No hay acción sin reacción y no hay reacción que no afecte al resto. La globalización nos permite seguir nuestra vida cotidiana, ir a trabajar cada día, desayunar cada mañana, ver a nuestros amigos, dormir con nuestra pareja y, al mismo tiempo, preocuparnos por una catástrofe en Sudamerica e intentar ayudar desde lejos. Es rídiculo pensar que ya no tenemos ninguna responsabilidad o que no podemos hacer nada. El otro es uno mismo. El miedo ajeno es el propio. La desesperación del distante, la mía; su sufrimiento, compartido. También así su risa, su sonrisa pura y generosa, y esa felicidad que se contagia y que consigue traspasar fronteras culturales, sociles, de tiempo y espacio.

Es hora de saberlo:



Somos el destino del otro.




+ a.l.e.j.o l.ó.p.e.z. +

12 de marzo de 2010

Del día en que el Saturno bailó con Venus...

El aspecto entre planetas como Saturno y Venus puede hoy en día aportarnos muchas reflexiones acerca de qué consideramos es el amor. Si Saturno es el constructor, tenemos aquí la idea de que “el amor es construcción”.

Pero vayamos por partes. Saturno es ese planeta que nos recuerda que no podremos todo, que tenemos límites. El padre que dice: “¡NO!”. Se lo considera un planeta duro y a todos los seres nos cuestan sus tránsitos, siempre dispuestos a exigirnos más o demostrarnos que en realidad, podíamos menos. Visto así, Saturno es enemigo acérrimo de toda nuestra humana sensibilidad. Pero sabemos que en el Universo todo está medido y nada sujeto al azar. Si Saturno gira en el Cielo es porque nosotros lo necesitamos. En efecto, el límite puede ser también posibilitador. Es el “no” paterno/materno que enseña al niño a comportarse y lo prepara, por ejemplo, para la vida en sociedad.

Una imagen que me gusta de Saturno es la del niño, intentando caminar. Los límites son su propio cuerpo, músculos todavía débiles, huesos blanditos, y el duro suelo. A cada intento es una caída, a cada intento, un golpe. El sitio donde itentan apoyarse los pies se vuelve un enemigo: frío, duro, siempre allí preparado para dañar luego de la caída. Pero el niño no cesa y consigue persistir. Tal vez, la persistencia sea uno de los dones que quiera darnos este maestro. Es a través de la paciencia que el niño al fin consigue pararse en sus dos pies y, poco a poco... camina!

Entonces comprende que la dureza del suelo era necesaria. ¿Cómo hubiera hecho para aprender a caminar sobre uno blando de almohadones? Lo duro, una vez límite, ahora es soporte y apoyo, la base sobre la que se sostiene erguido. Paso a paso, adquiere seguridad. El piso se vuelve un aliado, sosteniéndolo siempre.

Eso es Saturno.

Pero hay quien no se contenta sólo con caminar. Y cuando el suelo ya es un desafío vencido, se mueven a buscar otros límites que puedan ser, además, otros puntos de apoyo. Una bailarina, todavía joven, eleva su talón, arquea su pie e intenta suspenderse posando en el suelo solo la punta de su pie. Se cae. Una y otra vez. Revive entonces la frustración que sintió de pequeña y se rinde. O no, hay quien no se cansa. Con paciencia y esfuerzo vuelve a elevarse, a arquear el pie, a intentar controlar la respiración. Los músculos se tensan y lo intentan. Y cae. Una y otra vez. Es necesario caer, es necesario golpearse. Pasa también a la barra. Intenta caminar sobre ella, saltos, giros... caídas y golpes. Sufre. Pero entonces un día, un día como cualquier otro, no marcado por señas especiales o intuiciones poderosas, funciona. El pie se mantiene firme, la punta sobre el suelo solamente, el arco marcado, los músculos fuertes, los brazos en alto, el rostro que deja surgir una sonrisa luego de la expresión de esfuerzo... por unos pocos segundos ocurre el milagro de la suspensión y, antes de caer, un giro, un salto... y ya no hay caída. La suela del pie sabe acomodarse contra el suelo, recuerda la bailarina que la dureza de abajo es el primer sosteń y apoyo. Sonríe. Con el tiempo, consigue bailar y danzar. Saltos, giros, vueltas, ya no hay golpes, sólo belleza.

Aquí tenemos a Venus, la madre de lo bello, aliada a Saturno. Fue el esfuerzo, el perseverante intento saturnino que pudo dar forma a Venus. Eran necesarios los golpes y la caída, era necesario el suelo tosco y duro, la barra agresivamente estoica, insesible al dolor de quien se movía sobre ella. Saturno da forma a todo planeta que toque, llevándolo a su esencia. Así, el arte adquiere un sostén fuerte y propio. El caminar ya no es simplemente funcional sino además, bello. El caminar es bailar.

Pasemos ahora a buscar qué significaciones psicológicas puede llevar esto. Aquí tenemos el amor difícil. El amor que hay que construir. La película “Los puentes de Madison” habla de este tipo de amor en el que no todo está dado sino que, por el contrario, todo parece en contra. Pero, en realidad, estos límites son posibilitadores como el suelo fue el posibilitador del caminar y, posteriormente del danzar. Que sean otros los que digan que les parece que este amor puede pecar de frío, de hostil o de calculado y racionalizado. Otros, que no supieron vivirlo o no supieron darle la forma que necesitaba. Que aprendan a ver, en cambio, que este tipo de amor puede ser más bien maduro y autosostenido. Puede poseer una estructura firme y concreta, funcional en el mundo de lo real y con mucha capacidad de concreción física.

Si el amor es un danzar entre dos y la danza es Saturno en aspecto con Venus, podemos comprender una profundidad arquetípica del vínculo de pareja. Aquí no basta con estar juntos y acompañarnos, es necesario construir algo, es necesario trabajar algo. Todo el ser se empeña a descubrir el ritmo del otro, a medir su peso y forma, sus movimientos. Para bailar, los cuerpos establecen un profundo contacto y nunca pierden registro del otro, de su necesidad y sus puntos de apoyo. El resultado no será una relación tortuosa y sacrificada (aunque esta se la primera impresión que tenga la consciencia) sino un amor firme, sólido y bello. Un amor que nos haga bailar.

28 de febrero de 2010

Astrología planetaria

Varias veces hemos definimos al mapa o carta astral como el equivalente al cielo constelado en el instante en que nacemos. Al igual que una semilla, el mapa de cada uno de nosotros contiene potenciado el despliegue energético en todas sus dimensiones.

La máxima “lo que es arriba es abajo” hace referencia a la correlación entre este despliegue personal y dicha configuración celeste, haciendo que la mirada astrológica aporte suma riqueza como una de las vías de expansión del sí mismo. El conocimiento y decodificación de nuestros planetas, sus posiciones y relaciones entre sí, relatan como una identidad transita su sendero al tiempo que absorbe a cada paso su propio destino. Pero como seres en constante vínculo que somos, nuestro destino es a la vez el destino de otros, y así infinitamente hasta tejer una trama de identidades y destinos que configuran una totalidad.

Desde esta ampliación, podríamos percibir a la humanidad toda como un gran ser imaginario con identidad y destino propios que, por su puesto, también está subordinado a las leyes del cosmos. Así definimos a la Astrología Planetaria; como el conocimiento de la carta del Planeta Tierra cuya identidad es la conciencia de la humanidad y su destino la historia de la misma.

El foco de esta se centraliza en los tránsitos de Júpiter y Saturno, y de los planetas transpersonales Urano, Neptuno y Plutón. Los dos primeros dan cuenta del acuerdo colectivo conciente de los humanos. Júpiter hace al bagaje de ideologías, sistemas de creencias, sentidos religiosos, los cuales toman forma y sustancia vía patrones de orden, estructuración y legalidad aportados por Saturno. Ambos configuran la conciencia de la humanidad, transformando a esta en un visible vehículo de la vida terrestre. Urano, Neptuno y Plutón en su viaje van trazando un destino al cual no podemos intervenir ni direccionar a voluntad porque la humanidad no absorbió concientemente sus vibraciones. Guerras, catástrofres naturales y todo hecho no deseado ni elegido son la sombra no asimilada por este gran sujeto planetario.

Cuál sería el panorama del cielo de hoy ? En pocas palabras, en este 2010 vamos a asistir como humanidad a un reajuste, un nuevo punto de inflexión, o un salto evolutivo si se quiere. Lo que sucederá en el cielo será una figura que pondrá en tensión a casi todos los planetas antes mencionados. Urano y Júpiter en el signo Aries encarnarán el estallido creativo por excelencia. Algún aspecto de la realidad, probablemente la comunicación virtual, inaugurarán una diferente, única e inédita novedad. Estos dos tendrán de la vereda de en frene a Saturno en el signo de Libra, que impondrá su orden haciendo ley en acuerdos, alianzas y en una distribución más justa y participativa de los núcleos organizativos del sistema todo. Y en la punta del triángulo que media entre esta recta, está Plutón en Capricornio encargándose de la transformación de las formas establecidas.

Su cualidad destructiva tomará protagonismo en todos los núcleos de poder, sostén y estructuras en general que se hayan cristalizado y por lo tanto desvitalizado, permitiendo así la renovación vía construcción de nuevas matrices de orden. En pocas palabras, acontecerá “un gran chispaso cósmico” que nos hará virar hacia una nueva e inesperada dirección, creando nuevos pactos para garantizar la estabilidad del planeta, al tiempo que se tendrá que incluir la máxima tensión entre autoridad y poder que ye estamos protagonizando.

Como humanidad nos cuesta asimilar esta tensión como un verdadero salto hacia la evolución y constantemente construimos fábulas apocalípticas, versiones del fin del mundo y demás creaciones delirantes y trágicas fruto de nuestra escasa flexibilidad a las corrientes de cambio y renovación.

El cambio acontecerá, el Planeta lo actuará sin duda. Muy probablemente se sirva de las fuerzas de la Naturaleza como portavoz de sus vibraciones fluctuando. Como humanidad solo debemos estar receptivos a su danza, abiertos de corazón para que la confianza circule como un efecto de campo y el miedo no se propague en las masas. El triángulo es una figura con una geometría que siempre implica trascendencia, “trasciende la polaridad, los extremos, los unifica y reúne”. Acatar este trazado celeste como una alta posibilidad de trascendencia de vida del Planeta Tierra es colaborar como humanidad a sus designios sagrados. Aunque nos cueste creerlo, la invitación es hacia la integración, hacia un grado más de disolución de pares de opuestos que siempre generan realidades dolorosas, diferencias inconciliables, caos y pobreza de toda magnitud.

Seamos receptivos, acompañemos los cambios, permitamos que “el arriba sea abajo” sin temores ni resistencia. Confiemos en que estos tiempos son una invitación a la reunión de fuerzas sagradas que direccionan su poder hacia la creatividad misma, fuente de toda vitalidad y permanencia. Aunque parezca que todo puede llegar a un final, solo se está reciclando y embelleciendo la eternidad.

“Seamos receptivos como humanidad”

Melina Enrico


24 de febrero de 2010

La batalla entre el Ego y el Sí Mísmo (Horóscopo para niños, parte 2)


Si somos verdaderamente conscientes de que el principio lo contiene todo, el momento de dar a luz es, tal vez, el más importante. Toda la energía de este nuevo nacido adquiere entonces su máxima expresión pero desde la mayor posibilidad de síntesis. El bebé no puede hacerse cargo de tanto magnetismo estelar y lo proyecta, entonces, en su ambiente y familiares... Por eso decimos "la Luna es la madre", "Saturno, su padre", "allí viene su tío, Júpiter", etc...

Mientras crece, se irá identificando con algunas características de dicho entorno, nunca con todas. De hecho, otras intentará ignorarlas, evadirlas, o pelearlas. Poco a poco comenzará a formarse un "Ego": un "Yo soy". Y, al mismo tiempo, su archi-enemigo (siempre presente, andando ambos por la vida siempre tomados de la mano): "Yo no soy...". La sociedad y el entorno se alegrarán entonces. Si sabemos quién es cada uno, qué es cada uno, es más fácil vincularnos porque sabemos qué esperar. Sin embargo, la realidad es verdaderamente distinta. El corazón humano es altamente complejo. No sabemos qué somos porque no conocemos jamás todas nuestras posibilidades. Hay muchas partes nuestras que despreciamos. Y en verdad, anhelaríamos ser mucho más de lo que somos y, simultáneamente, nos pensamos menos en situaciones en que podemos más.

El Sí Mismo, oculto en nuestro inconsciente, pero siempre despierto y atento, no cesa de intentar enseñarnos más y más y así mostrarnos todo lo que somos. De modo casual, con aparente azar, sin una lógica fácilmente aprehencible pero de una manera de supuesta aleatoriedad, nos empuja a crecer e incorporar a cada paso, algo más de nuestro Ser. La puerta está abierta siempre, decidamos cruzarla o no. El Ser está en constante expansión, nunca es el mismo sino siempre nuevo.

Conocer la carta natal de un niño puede dar la posibilidad de comprender de antemano algunos problemas, contradicciones y paradojas a las que este ser tendrá que enfrentarse. La idea no es cerrar o solucionar el conflicto sino incentivar el diálogo y la posibilidad creadora que nos trae.

+ a.l.e.j.o l.ó.p.e.z +

9 de febrero de 2010

Horóscopo para niños, parte 1

La astrología es una disciplina milenaria. Los primeros datos que tenemos de ella son tablas sumerias de 5000 años de antigüedad. A lo largo de la historia adquirió objetivos, usos e interpretaciones distintas. En principio, se la utilizaba como un sistema para medir el paso del tiempo y, luego, como un método predictivo. Hacia finales del Imperio Romano, la astrología fue prohibida y los astrólogos, perseguidos. A partir del siglo XIII, sin embargo, volvió a nacer de la mano de la realización de cartas natales para reyes. Los árabes en España apoyaron su uso. Aquí nos encontramos con una astrología determinista que busca predecir qué ocurrirá. Al llegar al siglo XVII, la astrología volvió a ser prohibida y sus seguidores, perseguidos. Años más tarde, el Iluminismo y el Positivimo llegaron a creer haberla erradicado por completo. Sin embargo, hacia finales del siglo XIX, resurgió con renovadas fuerzas y pronto se hizo amiga de la psicología. Así, nació la astrología psicológica, buscando comprender más que saber y predecir.

Un horóscopo es la foto del cielo en el momento en que el bebé nace, aquel instante en que respira aire por vez primera. ¿Por qué no mirar, entonces, la carta natal de un bebé al momento de nacer para poder acompañarlo en el proceso de su vida?

Debemos entender que este momento es el resultado de cierto tipo de unión entre el horósocopo paterno y materno. Por lo tanto, es la manifestación de procesos anteriores y todavía en desarrollo. Es un momento en que los procesos propios de individualización del padre y la madre han alcanzado tal nivel de manifestación que se requiere generar un tercer proceso particular, individual e independiente. Así, un niño (y su carta natal) no es simplemente un ser sino todo un proceso que está manifestándose poco a poco, un proceso que rodea e involucra no sólo a sus padres sino a todas las generaciones familiares pasadas y futuras (y todavía más, a todos los maestros, amigos, amores, etc... con quien este nuevo ser viviente está por cruzar su vida).

Prestemos particular atención al hecho de que un niño es, además de un niño, un proceso entero (de sí mismo y de su entorno) y jamás algo fijo y prefijado desde el momento natal por la posición planetaria. La paradoja es esta: al mismo tiempo que la foto del cielo está quieta y fija, se mueve. La astrología tiene en cuenta el hecho de que los astros siguen en movimiento. La carta natal es sólo el principio de este
momento y en el principio está contenido todo. Pero la manera en que se expresará dicho proceso estará aún por verse.

+ a.l.e.j.o l.ó.p.e.z +

[nota: la foto es de Anne Geddes]

12 de enero de 2010

De rencores y heridas, segunda parte (3/3)

Y en efecto, puede ser que estemos solos. Y puede ser que estemos perdidos.

Quirón plantea un acercamiento oscuro a la astrología y cuestiona la idea benéfica de que "todo es para bien" que parece dotar de fuerza a la mayoría de las terapias que abogan por la maduración del proceso de individuación. ¿Puede acaso ser todo para bien? ¿Semejantes males, sufrimientos, injusticias y agonías... positivas?

Tal vez es mejor no responder a estas cuestiones. Naturalmente, nos sentimos movilizados a querer decir "sí, hay un sentido" y "sí, es un buen sentido". Pero tal vez Quirón quiera enseñarnos a permanecer en el silencio meditativo, en la escucha y la resonancia de la duda y no en su resolución. En efecto, Quirón no toma partido por ninguno de los bandos. No se cuestiona si sería justo o no participar de parte de estos o de los otros. Sostiene la duda.

Este evitar la calmosa respuesta puede llegar a dar resultado desde un aspecto intelectual. Pero somos mucho más que eso. Y es posible que nuestro yo más emocional siga sufriendo la herida letal sin comprender las injusticias, el dolor, el sufrimiento extremo. Es posible que el rencor siga acumulándose y aumentando.

¿Cómo superarlo entonces? O mejor dicho, ¿cómo lidiar con él? - Intentemos, por favor, evitar pensar si es "bueno" o "malo" sufrir este dolor. Fíjemenos sólamente cómo podemos hacer para que se nos haga leve - Un sacrificio es necesario. Un Prometeo que baje la cabeza y entregue un regalo precioso. Alguien debe morir. Pero, ¿quién?

El Ego. La única forma de aceptar el rencor que genera la injusticia es a través de la modestia (o al menos la única con la que yo mismo llegué a dar). No podemos todo lo que queremos todo el tiempo. Y posiblemente, podamos poco de lo que queremos y sólo algunas veces. La modestia es el opuesto perfecto a la soberbia. Allí donde el Ego se crea dueño, habrá dolor. Las reglas por las que se rige el mundo son complejas y misteriosas. No puede el Ego entenderlo todo. Habrá entonces que bajar el nivel de expectativa y trabajar el principio de la realidad.

Aceptación no es sumisión ni resignación... es comprensión. Y para poder comprender hay que ceder en el deseo de control. Debemos recuperar nuestra proporción humana. No somos nosotros los dioses, sino los hombres, vástagos de ellos, débiles mortales... chispas de luz... chispas de luz que brillan en la oscuridad.

+ a.l.e.j.o l.o.p.e.z +

[Imagen: "Modesty" de William Bouguereau]

10 de enero de 2010

De rencores y heridas, segunda parte (2/3)

Allí donde esté Quirón, sabemos que hay una herida... una profunda lastimadura que se niega a cicatrizar. Este dolor genera cierta sensación de rencor.

La muerte de Quirón es injusta. No hay catarsis posible, no hay exhumación de las emociones. El centauro no participaba de la guerra y, sin embargo, es quien sufre las consecuencias: primero un dolor enorme y, luego, la muerte.

El planeta y el signo donde se encuentren nuestro Quirón natales nos hablará de una sensibilidad especial para dichos temas y escenarios, una vulnerabilidad temprana. Pareciera que Quirón quisiera recordarnos que el mundo no se rige por nuestros propios cánones éticos de justicia y que el equilibrio que trae el Universo es bastante más complejo de lo que esperábamos. El centauro viene a recordarnos que aún siendo justos y sabios, podemos sufrir las injusticias del mundo. El dolor causado no podrá curarse nunca, la agonía será eterna porque Quirón no puede morir.

A diferencia de los traumas ocasionados por Saturno, a Quirón no podemos comprenderlo. Saturno nos ofrece un trabajo para hacer de nivel psico-intelecutal. Al estudiar el vínculo con nuestro padres podemos comprender, ver causas y consecuencias, integrarlas y a partir de entonces, construir. Con Quirón, el asunto es más obscuro. Porque son las entrañas que lo viven y no hay aparante explicación lógica y justa que lo justifique. Es la sensación de indignación ante lo injusto, la molestia por la impotencia, la rabia desmedida. Esa acumulación de furia que genera rencor. Y ese rencor que empieza a corrernos por la sangre volviéndose venenoso. Cuanto más reflexionamos sobre ello, más injusto nos parece y más nos duele la herida. Respondemos de forma más animal e instantánea. Respondemos como perros heridos que están sufriendo. Nos sentimos en la más absoluta oscuridad y nos percibimos solos. Nos creemos perdidos.

9 de enero de 2010

De rencores y heridas, primera parte

Según la mitología, hubo un tiempo en que tuvimos que compartir nuestro hogar, la Tierra con seres de otra naturaleza. Entre ellos, se encuentran los centauros. En general, eran considerados salvajes, anárquicos y peligrosos. Era inevitable que surgieran batallas entre el bando de la Humanidad y el otro bando, ecuestre, más tarde interpretadas como la lucha entre la racionalidad y el pensamiento civilizado, y los bajos instintos.

Quirón era un centauro único en su especie. Reconocido ampliamente por su arte de curar. Era considerado el mejor médico y respetado tanto por uno como por otro bando. Mitad hombre, mitad caballo estaba en perfecta armonía entre su parte más animal y su parte más humana.

Cuando surgían estas contiendas, Quirón, siempre sabio, se mantenía imparcial y no participaba de ellas.

Pero ocurrió una vez que, mientras sus primos huían de los hombres para tomar refugio en su estancia, fue herido por error por una flecha de Heracles. La agonía fue tremenda y el dolor no cesaba. Quirón que había podido curar a todos, no podía curarse a sí mismo. Fue entonces Prometeo quien aceptó cargar con el peso de la inmortalidad y regalar al centuaro su mortalidad. Así, Prometeo adquirió vida eterna (para su propio padecimiento) y Quirón pudo perecer y ya no sufrir más.

[en la imagen: Penteo contra un centauro]