10 de enero de 2010

De rencores y heridas, segunda parte (2/3)

Allí donde esté Quirón, sabemos que hay una herida... una profunda lastimadura que se niega a cicatrizar. Este dolor genera cierta sensación de rencor.

La muerte de Quirón es injusta. No hay catarsis posible, no hay exhumación de las emociones. El centauro no participaba de la guerra y, sin embargo, es quien sufre las consecuencias: primero un dolor enorme y, luego, la muerte.

El planeta y el signo donde se encuentren nuestro Quirón natales nos hablará de una sensibilidad especial para dichos temas y escenarios, una vulnerabilidad temprana. Pareciera que Quirón quisiera recordarnos que el mundo no se rige por nuestros propios cánones éticos de justicia y que el equilibrio que trae el Universo es bastante más complejo de lo que esperábamos. El centauro viene a recordarnos que aún siendo justos y sabios, podemos sufrir las injusticias del mundo. El dolor causado no podrá curarse nunca, la agonía será eterna porque Quirón no puede morir.

A diferencia de los traumas ocasionados por Saturno, a Quirón no podemos comprenderlo. Saturno nos ofrece un trabajo para hacer de nivel psico-intelecutal. Al estudiar el vínculo con nuestro padres podemos comprender, ver causas y consecuencias, integrarlas y a partir de entonces, construir. Con Quirón, el asunto es más obscuro. Porque son las entrañas que lo viven y no hay aparante explicación lógica y justa que lo justifique. Es la sensación de indignación ante lo injusto, la molestia por la impotencia, la rabia desmedida. Esa acumulación de furia que genera rencor. Y ese rencor que empieza a corrernos por la sangre volviéndose venenoso. Cuanto más reflexionamos sobre ello, más injusto nos parece y más nos duele la herida. Respondemos de forma más animal e instantánea. Respondemos como perros heridos que están sufriendo. Nos sentimos en la más absoluta oscuridad y nos percibimos solos. Nos creemos perdidos.

1 comentario:

Anónimo dijo...

hermoso...