23 de abril de 2010


22 DE ABRIL 2010
• HOY LA TIERRA CELEBRA SU SER •

ELLA existe brindando todo aquello que NOSOTROS necesitamos para habitarla
sin pedirnos NADA A CAMBIO ofrece el sabio set de ELEMENTOS ESENCIALES
TIERRA para que pisemos firmes, para que cultivemos y nos alimentemos. Tierra para que florezca la belleza y el verde de los follajes flamee en los árboles, escultura vivientes, íntegros representantes de lo estable
AIRE para que seamos uno con ella. Respiramos el aire de la Tierra, su aire acompaña nuestro RITMO, entra y sale como soplos de viento. En lo liviano de su cielo, además de nuestros ojos, se alzan las aves danzando entre la libertad de lo liviano
AGUA para que humectemos nuestras formas. Beber sus aguas es regarnos en fluidez. La CONTENEMOS, la necesitamos. Cómo un bálsamo el agua calma nuestra sed, arroya lo que somos, circula.
FUEGO para iluminar y dar calidez. Fuego para ENCENDER todo aquello que son más que propósitos y voluntades. Fuego que GUIA con sus llamaradas ardidas nuestros espíritus humanos. Fuego para QUEMAR vitalidad y volver a renacer en ella

HOY LA TIERRA REUNE SUS REINOS
FLORA, FAUNA Y HUMANIDAD ASISTIENDO A CELEBRAR

HOY LA TIERRA NOS DEMUESTRA UNA VEZ MAS
" QUE ES EL SERVICIO Y LA HUMILDAD "

SOLO DAR, SOLO UN PERMANENTE BRINDAR
DEL "HUMUS" BROTA LA HUMILDAD

LA TIERRA, NUESTRA CASA, ESENCIAL,
VITAL DE VERDAD

• C U I D E M O S L A •

* MELINA ENRICO

17 de abril de 2010

Somos el destino del otro

A menudo decimos en Astrología que cuanto nos acontece es parte de nuestro destino. Así, un tránsito de Marte puede indicarnos que se sucederán situaciones donde este planeta sea el protagonista: un accidente, fiebre, competencia, discusiones o, simplemente, una renovada vitalidad expresada en miles de formas: deportes, sexualidad, direccionalidad al momento de hablar, etc. El Universo es sabio y proporcionará escenarios para la manifestación de esta función. Y el Universo es también preciso. Un tránsito es un punto clave en un proceso amplio y lento en el desarrollo del ser.

Pero la conciencia tiende a fragmentarse y quebrarse. En general, no somos enteramente concientes de nuestra totalidad como unidad sino que vivimos contradiciones internas. Muchas de ellas, negadas, se ven obligadas a ser expresadas por otros medios y se manifiestan en el mundo externo. En efecto, todo lo que nos acontece proviene de ese Sí Mismo que intenta hacernos integrar aún más nuestra totalidad. El destino, entonces, tiene poco de prefijado. El destino es en realidad nuestra sombra proyectada, todo ese rebasio de ser que preferimos ignorar e intentar callar. Cuanto más reconozcamos nuestra sombra, más cambiará el destino. Cuánto más incorpore yo de mi ser total, más tendrán que cambiar las situaciones externas. Si yo insisto en que soy "esto o aquello" mientras que las situaciones externas intentan hacerme ver que en realidad soy mucho más, dichas condiciones externas tendrán que repetirse hasta que haga un insight y descubra que soy tanto, tanto más. ¿Qué herramientas cuenta el Universo para hacérnoslo ver? Ponernos en situaciones donde dicha energía se manifieste y, particularmente, acercarnos a personas que manejen dicha energía.

Entonces, el "resto", toda ese gente que se nos cruza: amigos, amantes, parejas, familiares, compañeros de trabajo, de autobús, clientes, camareros que vienen a servirnos un café en un bar son en realidad parte, engranajes, de una maquinaria gigante y perfecta que llamamos "La Máquina del Destino". El otro es, sin lugar a dudas, nuestro destino propio.

Y aquí debemos hacer un juego de desdoblamiento, acuariano o geminiano (en definitiva, aéreo), y ver que si el resto es nuestro destino, nosotros somos los destinos de los demás. El Universo es preciso y exacto, nada es azaroso, nada coincidentemente casual. Todo es intencional. Ningún intento, futil. Aquí no hay pérdidas ni resabios. Cada encuentro que tenemos con alguien nos habla de nuestro propio destino pero también manifiesta la red en la que estamos inmersos porque habla del destino ajeno. Todos interconectados. Todos perdidos. Todos encontrados. Lo que uno haga, modificará a todo el resto; si uno cae, la red entera temblará. También, cuando uno se regocije. Este concepto puede vaciarnos y hacernos sentir que despersonaliza nuestra identidad. Pues entonces, no somos más que en relación con otros. Por el contrario, la propuesta es la otra: sólo al aceptar toda nuestra individualidad, sólo al atrevernos a pasar por el proceso de individuación de manera completa y total y asumir nuestro ser entero como unidad, sólo al ser nosotros mismos de manera plena, feliz y total, podremos hacer un aporte al arquetipo, iluminar la sombra y regalarle una ofrenda a esta red humana que conformamos. Y sólo así podremos hacernos dueños de nuestro destino y redigirlo, cambiando también el de la humanidad. Porque si somos espejos de la sombra del resto (y el resto es la proyección de la nuestra propia), en cada hombre está contenido la humanidad entera. Y, así, al resolver nuestro propio destino, salvaremos a toda la Humanidad.

+ a.l.e.j.o l.ó.p.e.z +

4 de abril de 2010

La Humanidad como una red




Nos acercamos a la Era de Acuario. Visionaros auguran grandes males para el mundo. Tragedias, catástrofes, muertes. El Infierno mismo. Al mismo tiempo, se anuncia un cambio de consciencia, un salto increíble que traerá muchísimo bienestar, paz y tranquilidad. "Morirán aquellos que no estén preparados para eso". Al mismo tiempo, se multiplican los medios para comunicarse: internet en todos lados, los móviles alcanzan niveles de desarrollo inimaginables y ahora, hasta pueden hacerse llamadas telefónicas desde un avión. Las distancias se hacen cada vez más cortas, el Hombre conquista por completo el planeta. Ya podemos ir y volver a cualquier parte de nuestra Casa Tierra si podemos pagarlo. Se masifican las migraciones. Estamos en contacto perpetuo con gente de otros lados, las fronteras se intensifican pero al mismo tiempo carecen de sentido. Se genera un doble movimiento donde cada uno intenta reafirmar sus raíces y orígenes y, al mismo tiempo, intentamos ver las similitudes con los otros. Las naciones tienen cada vez más un objetivo de cooperación común. Comenzamos a crear nuevas identidades: la europea, la latinoamericana, etc...

Todo esto ocurre poco a poco pero a pasos agigantados... hace sólo 15 años, internet no estaba al alcance de la mano, los móviles pesaban quilos y los aviones no surcaban constantemente los cielos. Posiblemente, la clara señal de que este gran cambio se acercaba fue aquel viaje (real o montado) que nos permitió ver la Tierra desde el espacio, salir de nosotros mismos y vernos desde fuera, desdoblarnos y aún así seguir siendo nosotros mismos pero ya no iguales, sino distintos. El ojo que finalmente puede verse a sí mismo.

Acuario es una red que, como aquella para pescar tiene nudos que la mantienen junta, tiene nudos-humanos que la hacen una. Desatemos una atadura y se deshacerá, rompamos una cuerda y se aflojará. Acuario ve que la Humanidad, con sus increibles diferencias, es en realiad una sola. Pero es en Acuario donde estas diferencias se acoplan y generan una sola unidad, la unidad que trae la diferencia. Olvidemos la dialéctica por un momento, neguemos el proceso tesis-antítesis-síntesis... y quedémosnos en la idea de que hay un millón de cosmovisiones y sensaciones que acontecen a un solo tiempo y en un solo instante. Todos los seres humanos somos el mismo humano y, al mismo tiempo, somos distintos. Todos sufrimos, todos amamos, todos tememos y todos anhelamos felicidad. Y cada uno a su manera.

Acuario propone que comprendamos que en esta Nave Tierra somos uno y, además, uno con ella. Lo que le ocurra al de aquí, afectará al de allá. El Rey y el político, el ladrón y su vícitma, la policía y los jueces, las amas de casa y los banqueros, los camareros y los maestros, las prostitutas y los artistas, los niños y los adultos, los estudiantes y los perezosos, los nobles y los falsos, los honestos y los mentirosos. Todos uno, todos lo mismo, pero cada uno en su propia función. La ligazón es inquebrantable y las consecuencias de las acciones, inevitable. No hay acción sin reacción y no hay reacción que no afecte al resto. La globalización nos permite seguir nuestra vida cotidiana, ir a trabajar cada día, desayunar cada mañana, ver a nuestros amigos, dormir con nuestra pareja y, al mismo tiempo, preocuparnos por una catástrofe en Sudamerica e intentar ayudar desde lejos. Es rídiculo pensar que ya no tenemos ninguna responsabilidad o que no podemos hacer nada. El otro es uno mismo. El miedo ajeno es el propio. La desesperación del distante, la mía; su sufrimiento, compartido. También así su risa, su sonrisa pura y generosa, y esa felicidad que se contagia y que consigue traspasar fronteras culturales, sociles, de tiempo y espacio.

Es hora de saberlo:



Somos el destino del otro.




+ a.l.e.j.o l.ó.p.e.z. +