La astrología es una disciplina milenaria. Los primeros datos que tenemos de ella son tablas sumerias de 5000 años de antigüedad. A lo largo de la historia adquirió objetivos, usos e interpretaciones distintas. En principio, se la utilizaba como un sistema para medir el paso del tiempo y, luego, como un método predictivo. Hacia finales del Imperio Romano, la astrología fue prohibida y los astrólogos, perseguidos. A partir del siglo XIII, sin embargo, volvió a nacer de la mano de la realización de cartas natales para reyes. Los árabes en España apoyaron su uso. Aquí nos encontramos con una astrología determinista que busca predecir qué ocurrirá. Al llegar al siglo XVII, la astrología volvió a ser prohibida y sus seguidores, perseguidos. Años más tarde, el Iluminismo y el Positivimo llegaron a creer haberla erradicado por completo. Sin embargo, hacia finales del siglo XIX, resurgió con renovadas fuerzas y pronto se hizo amiga de la psicología. Así, nació la astrología psicológica, buscando comprender más que saber y predecir.
Un horóscopo es la foto del cielo en el momento en que el bebé nace, aquel instante en que respira aire por vez primera. ¿Por qué no mirar, entonces, la carta natal de un bebé al momento de nacer para poder acompañarlo en el proceso de su vida?
Debemos entender que este momento es el resultado de cierto tipo de unión entre el horósocopo paterno y materno. Por lo tanto, es la manifestación de procesos anteriores y todavía en desarrollo. Es un momento en que los procesos propios de individualización del padre y la madre han alcanzado tal nivel de manifestación que se requiere generar un tercer proceso particular, individual e independiente. Así, un niño (y su carta natal) no es simplemente un ser sino todo un proceso que está manifestándose poco a poco, un proceso que rodea e involucra no sólo a sus padres sino a todas las generaciones familiares pasadas y futuras (y todavía más, a todos los maestros, amigos, amores, etc... con quien este nuevo ser viviente está por cruzar su vida).
Prestemos particular atención al hecho de que un niño es, además de un niño, un proceso entero (de sí mismo y de su entorno) y jamás algo fijo y prefijado desde el momento natal por la posición planetaria. La paradoja es esta: al mismo tiempo que la foto del cielo está quieta y fija, se mueve. La astrología tiene en cuenta el hecho de que los astros siguen en movimiento. La carta natal es sólo el principio de este
momento y en el principio está contenido todo. Pero la manera en que se expresará dicho proceso estará aún por verse.
+ a.l.e.j.o l.ó.p.e.z +
[nota: la foto es de Anne Geddes]
9 de febrero de 2010
Horóscopo para niños, parte 1
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