4 de abril de 2010

La Humanidad como una red




Nos acercamos a la Era de Acuario. Visionaros auguran grandes males para el mundo. Tragedias, catástrofes, muertes. El Infierno mismo. Al mismo tiempo, se anuncia un cambio de consciencia, un salto increíble que traerá muchísimo bienestar, paz y tranquilidad. "Morirán aquellos que no estén preparados para eso". Al mismo tiempo, se multiplican los medios para comunicarse: internet en todos lados, los móviles alcanzan niveles de desarrollo inimaginables y ahora, hasta pueden hacerse llamadas telefónicas desde un avión. Las distancias se hacen cada vez más cortas, el Hombre conquista por completo el planeta. Ya podemos ir y volver a cualquier parte de nuestra Casa Tierra si podemos pagarlo. Se masifican las migraciones. Estamos en contacto perpetuo con gente de otros lados, las fronteras se intensifican pero al mismo tiempo carecen de sentido. Se genera un doble movimiento donde cada uno intenta reafirmar sus raíces y orígenes y, al mismo tiempo, intentamos ver las similitudes con los otros. Las naciones tienen cada vez más un objetivo de cooperación común. Comenzamos a crear nuevas identidades: la europea, la latinoamericana, etc...

Todo esto ocurre poco a poco pero a pasos agigantados... hace sólo 15 años, internet no estaba al alcance de la mano, los móviles pesaban quilos y los aviones no surcaban constantemente los cielos. Posiblemente, la clara señal de que este gran cambio se acercaba fue aquel viaje (real o montado) que nos permitió ver la Tierra desde el espacio, salir de nosotros mismos y vernos desde fuera, desdoblarnos y aún así seguir siendo nosotros mismos pero ya no iguales, sino distintos. El ojo que finalmente puede verse a sí mismo.

Acuario es una red que, como aquella para pescar tiene nudos que la mantienen junta, tiene nudos-humanos que la hacen una. Desatemos una atadura y se deshacerá, rompamos una cuerda y se aflojará. Acuario ve que la Humanidad, con sus increibles diferencias, es en realiad una sola. Pero es en Acuario donde estas diferencias se acoplan y generan una sola unidad, la unidad que trae la diferencia. Olvidemos la dialéctica por un momento, neguemos el proceso tesis-antítesis-síntesis... y quedémosnos en la idea de que hay un millón de cosmovisiones y sensaciones que acontecen a un solo tiempo y en un solo instante. Todos los seres humanos somos el mismo humano y, al mismo tiempo, somos distintos. Todos sufrimos, todos amamos, todos tememos y todos anhelamos felicidad. Y cada uno a su manera.

Acuario propone que comprendamos que en esta Nave Tierra somos uno y, además, uno con ella. Lo que le ocurra al de aquí, afectará al de allá. El Rey y el político, el ladrón y su vícitma, la policía y los jueces, las amas de casa y los banqueros, los camareros y los maestros, las prostitutas y los artistas, los niños y los adultos, los estudiantes y los perezosos, los nobles y los falsos, los honestos y los mentirosos. Todos uno, todos lo mismo, pero cada uno en su propia función. La ligazón es inquebrantable y las consecuencias de las acciones, inevitable. No hay acción sin reacción y no hay reacción que no afecte al resto. La globalización nos permite seguir nuestra vida cotidiana, ir a trabajar cada día, desayunar cada mañana, ver a nuestros amigos, dormir con nuestra pareja y, al mismo tiempo, preocuparnos por una catástrofe en Sudamerica e intentar ayudar desde lejos. Es rídiculo pensar que ya no tenemos ninguna responsabilidad o que no podemos hacer nada. El otro es uno mismo. El miedo ajeno es el propio. La desesperación del distante, la mía; su sufrimiento, compartido. También así su risa, su sonrisa pura y generosa, y esa felicidad que se contagia y que consigue traspasar fronteras culturales, sociles, de tiempo y espacio.

Es hora de saberlo:



Somos el destino del otro.




+ a.l.e.j.o l.ó.p.e.z. +

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