22 de mayo de 2008


L A L U N A

La importancia de su cercanía. Su poderosa influencia en nuestro psiquismo.

Biológicamente somos mamíferos, por lo tanto entramos a la vida a través del cuerpo de nuestra madre, quien nos alimenta y protege a lo largo de nueve meses de simbiosis. Recién nacidos, necesitamos afecto como sustancia básica para sobrevivir y constituirnos.
Así como en la dimensión física entramos a la existencia a través de nuestra madre, en el plano simbólico-energético lo hacemos a través de nuestra Luna. Ella nos envuelve en un capullo o nido energético que nos ofrece nuestra primera forma e identidad, además de nutrirnos y protegernos. Por eso decimos que la luna de nacimiento es nuestra energía madre, la energía más familiar para cada uno de nosotros.

En primera instancia, se expresa en las características del vínculo con la madre real del niño y en aquello que esta le transmita a través del cuerpo y las emociones, durante el embarazo y los primeros años de crianza, también la encontraremos en el campo afectivo del niño, es decir, su hogar, familiares y todos acontecimientos “externos” suficientemente intensos que lo afecten emocionalmente.
Este primer hábitat emocional, tomará una peculiar cualidad –ariana, escorpiana, libriana, etc- según la Luna del niño, es decir según por que signo transitaba la Luna al momento de su nacimiento. Esta energía brinda al bebé una gran sensación de completud y seguridad, que excluye provisoriamente el registro de los otros componentes de su carta natal. Más tarde, a lo largo de su vida, este patrón protectivo volverá a parecer a través de distintos contextos, desde la maestra de jardín de infantes hasta los múltiples ámbitos de pertenencia donde se mueva. Allí, donde se sienta contenido, seguro y querido aparecerá su matriz lunar. Aquí es cuando decimos que el patrón energético lunar se va manifestando y desplegando en el interior y exterior de su ser marcando una particular historia afectiva que quedará grabada en su memoria. Así se produce una indentificación inconsciente con ciertas formas, imágenes y contextos que quedarán fuertemente ligados a la sensación de seguridad y afecto.
El mecanismo lunar sería justamente esta identificación. Si se refuerza la permanencia en el nido energético materno, creo un hábito lunar que me lleva siempre a la misma posición de origen. Esta fijación va quedando adherida a la conciencia y luego me dificultará la integración e identificación de otras energías, como la del Sol, Marte o Saturno que serán las encargadas de ampliar mi identidad y otorgar la sensación de yo separado o autoconciencia.
Por eso es necesario que esta primera función vital lunar comience a ceder para dar expresión al resto del campo energético del cual somos parte. Cómo podemos ayudar este proceso? Justamente la Astrología ofrece la posibilidad de observar como actúa la energía lunar en nosotros, como se activa en momentos de miedo, duda e inseguridad donde lo que se anhela inconscientemente es “estar con mamá” y lo que se actúa como hábito y de manera automática me cierra las posibilidades de resolver creativamente, ya que acciono desde un patrón recurrente cómodo y fijo. Si es en Géminis por ejemplo frente al miedo, me lleno de información y diversas explicaciones de lo que sucede, la Luna en Sagitario, minimiza la importancia del conflicto o simplemente lo niega, en Piscis se refugia en mundos imaginarios y fantasías muy alejadas de la realidad, y asi con cada luna en particular.

Solo, comprendiendo, es decir, haciendo consciente la expresión del mecanismo lunar, surge creativamente el talento de nuestra Luna. Cuando logramos desapegarnos de su seguridad y confiar en otras fuerzas energéticas, es cuando la Luna sutil y sabiamente se nos presenta desplegando su lado precioso, su talento y don, que también varía según la cualidad del signo y la casa donde se encuentra. Por eso es necesario trascender el miedo y el desapego y entregarse a un pulso más arriesgado y amplificador.

L i c. M e l i n a E n r i c o

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