15 de mayo de 2008

De Escorpio a Sagitario, un salto a la vida (parte 2/3)


“Vamos sumando. Morir llena, no vacía”
(Julio Medem de labios de Ana en Caótica Ana)


Desde dentro del dragón, un corazón humano late fuerte y se niega a morir. Cuando ya nos hemos entregado a la perdición y la oscuridad lo abarca todo, una chispa de supervivencia se prende desde la profundidad de las tinieblas. Y allí, con un fino suspiro de vida, el hombre con garras, uñas y dientes, corta las membranas musculosas que lo rodean y se abre paso hacia la vida.

A través de filamentos y venas de oscuridad, el hombre avanza. Gime al fin el dragón y emerge de su vientre el guerrero. A los monstruos, se los vence desde dentro. Pero el hombre ya no es hombre, sino centauro. Con sus cascos equinos galopa ahora sobra la pradera sintiendo la luz solar que lo baña. El calor, la luz, el aire limpio. Más allá, en la línea del horizonte un punto brillante mengua: Júpiter.

El guerrero ha resucitado y ahora corre sobre la pradera una trotada de libertad y expansión. Todo él sonríe, todo él brilla. Lejos queda el cadáver del monstruo vencido. Ya no es más la muerte, ahora es la vida.

Una luz sobre el pasto frondoso se desplaza a toda velocidad siguiendo un punto que mengua en el cielo justo sobre la línea del horizonte. Como siguiendo una flecha que ha sido lanzada hacia las estrellas, nuestro centauro ya no es más cuerpo sino puro dinamismo en movimiento hacia ese punto. Nada lo detiene, nada le hace dudar. Ríe, corre y canta. Es la vida. Es la vida más allá de la muerte. Es la resurrección. Ya nada hay que temer, ya nada hay que dudar. Sólo fluir en este galope que no cesa y que a cada metro se acelera. Se elevan entonces los cascos del suelo y se deshace en el firmamento.

Todavía se puede oír su risa.

* a.l.e.j.o. l.ó.p.e.z +

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