18 de abril de 2008

"Ya ve bastante quien ve su propia oscuridad"


Jung llamo "la sombra" a ese lado oscuro y sombrío de la personalidad que suele ser inconsciente para el individuo, aunque solo en cierta medida, ya que para los demás no está oculto. Generalmente esta sombra se nos suele presentar como una figura humana, una imagen que se puede rastrear comúnmente en los sueños en los cuales somos perseguidos y amenazados por un enemigo misterioso y malévolo, a veces una hechicera o un feroz guerrero que destruyen al héroe. Así la sombra pasa a ser un secreto vergonzoso que hay que mantener oculto a cualquier precio ya que denuncia nuestro lado inferior, medio animal y por lo tanto muy amoral. Nuestra sombra esta hecha de salvajismo, brutalidad, tiranía, de egoísmo, incapacidad y prejuicios miles entre otros.
Como todo lo que hay en el inconsciente, la Sombra, si no se trae a la luz, termina siendo proyectada. Esto no solo afecta a nivel individual, sino que también tiene suma importancia en un nivel colectivo.
Porque la escondemos? Porque nuestro yo estaría amenazado, no sería reconocido ni aprobado si muestra toda su otra mitad hostil, desprolija y primitiva. Así, en consecuencia, nos mostramos a los demás desde nuestras perfecciones, armonía, ubicación y autonomía. Pero sucede que todo esto que negamos por juzgarlo inadecuado, lo confinamos en el inconsciente y allí es donde se vuelven tan malignas como "creemos" que son.
En donde se nos representa y actúa entonces esta sombra? En el otro, y generalmente en el otro del mismo sexo. Por eso es importante comenzar a observar que cuando nos molesta algo del otro, es algo propio nuestro que ha sido arrojado a la sombra. Jung dice que el inconsciente solo tiene un comportamiento de enemistad o crueldad con el consciente cuando este último adopta una actitud falsa o pretenciosa.
Y una de las actitudes más pretenciosas de la que somos capaces los seres humanos es la creencia de que la culpa es siempre del otro.
Por eso, intento hacer reflexión de este movimiento polar como todos los que nos rigen. El cambio siempre se inicia desde la actitud consciente, del observarnos sin juzgarnos para poder modificarnos óptimamente.
Encontrarnos con nuestra sombra, para reconocerla en nosotros y aceptarla es, creo, la empresa más ardua y desalentadora. Implica al Yo, pone en riesgo al señor de la casa quien debe correrse y aceptar ese lugar que tanto despreciamos de nosotros mismos. Será nuestra enemiga siempre que nos enemistemos con ella, siempre que no la veamos, y aún peor cuando la queramos disipar o ex
orcizar.

Existe, está... y si está es por algo.

Justamente es el enlace que nos permite comprender que en el lado oscuro de la naturaleza humana, se encuentra la semilla de la verdadera integración interior.

Tal como Goethe escribe en el Fausto:

Ahora bien, ¡quién eres, pues?
Soy parte de aquel Poder
Que queriendo siempre el mal
Por siempre realiza el bien

Amor, Reconciliación y Aceptación de nuestro sombrío costado es mi intención hacia todos.
Por la Luz que nos habita:
M e l i n a E n r i c o

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