[La siguiente información sólo es válida para los habitantes del Hemisferio Norte]
El próximo 23/09 a las 09:05 UTC, se produce el Equinoccio de Otoño, dando lugar a la homónima estación. Desde el Pulso Astral, ofrecemos algunas ideas sobre qué puede significarnos este período de tiempo y cómo abrirnos al contacto con él. De ningún modo, pretendemos reducir todas las posibles interpretaciones a ésta que exponemos y sólo intentamos ofrecer algunos puntos guías para incentivar la reflexión propia de cada uno y, si les parece oportuno, la celebración del cumplimiento de otra fase del Ciclo Terrestre.
Cada vez más tengo la sensación de que estamos viviendo un tiempo muy acelerado. Con el fin de aumentar la productividad, no dormimos las horas que deberíamos, no comemos como deberíamos y nos separamos y recortamos del mundo de lo natural. La mente humana tiene una capacidad de abstracción y de planificación que fue capaz de dominar al mundo. Con nuestro avance tecnológico, la automatización y el uso de herramientas apropiadas nos hicimos dueños del mundo. Como Humanidad, esclavizamos la Tierra a nuestro capricho y deseo.
Esta polución, y no me refiero solo a la material y manifiesta, sino también a la polución psíquica que trae la ideología de una pretendida omnipotencia en el manejo y uso de los recursos naturales, no supo tener en cuenta la generosidad con que la Tierra da sus frutos. Y, sobre todo, olvidó que el destino de la Tierra es el mismo que el de la Humanidad entera. Esta es nuestra casa, nuestro hogar, nuestro hábitat. Estamos íntima y profundamente vinculados.
¿Qué hacer, entonces? La respuesta yo no la tengo. Claramente, al mismo tiempo que sostengo que este modo de vida es nocivo, todavía lo mantengo. No sé si hay soluciones o acciones radicales que puedan resolver la cuestión. No sé si estamos listos, o somos lo suficientemente conscientes para tomarlas en el caso de que las haya. Pero sí creo que podemos intentar, al menos, adquirir una perspectiva de mayor respeto hacia la Tierra y sus ciclos.
Nuestras ajetreadas vidas cotidianas no nos permiten estar en contacto con los ciclos naturales. Nuestro vivir en ciudades, nos hizo olvidar que hay estaciones y tiempos que antes habíamos aprendido a respetar. En nuestro afán de dominio y control, en nuestra egolatría de autoafirmación como dueños de este mundo, nos negamos a aceptar este curso de lo natural y nos enfrentamos a él.
La propuesta es, entonces, intentar recordar un ciclo natural, un ritmo vital, un pulso astral que rige todo lo que vive en el Planeta Tierra porque está íntimamente ligado a su rotación y a sus ciclos naturales.
¿Qué significa Equinoccio?
Equinoccio quiere decir “noche igual”. Hay dos momentos en todo el año en que el día iguala a la noche: el Equinoccio de Primavera y el de Otoño. Por otra parte, tenemos también los solsticios en los que ocurren la noche o el día más largos del año. Así, se marca el comienzo y fin de las cuatro estaciones del año, un proceso de cambios lentos y paulatinos, pero cada vez más drásticos y que marcan el compás del pulso vital de nuestro planeta Tierra.
Para entender este proceso terrestre, tenemos que mirar a la Tierra en su contexto: el Cosmos. Nuestro planeta, sometido a las leyes gravitacionales como cualquier otro cuerpo material, es partícipe de varios movimientos. Entre ellos… la rotación sobre sí misma, de unas 24 horas de duración, da lugar a la diferencia entre el día y la noche. La precesión es el movimiento circular que tiende a hacer el eje terrestre, dando lugar a las “Eras astronómicas” y depende entre otros factores, de los movimientos telúricos (terremotos, tsunamis, etc) que ocurren en nuestro planeta. La traslación es el movimiento que hace la tierra al girar en torno al Sol, la estrella central de nuestro Sistema Solar, dando lugar a las estaciones del año.
El Equinoccio de Otoño, entonces, abre la estación homónima cuando el día iguala a la noche y el Sol se posa en el primer punto de la constelación de Libra, la balanza.
¿Qué simbología trae?
En el Equinoccio de Otoño igual que en el de Primavera, el día iguala la noche. Metafóricamente, la luz se equilibra con la oscuridad. Se balancea la polarización para dar así lugar a la existencia. Libra es el único el signo del zodíaco que no está representado por un ser viviente. Signo de aire, mental y medido, ocupa el séptimo lugar de la Rueda Zodiacal. Si el Sol es la consciencia, podríamos suponer que es un momento para meditar acerca de todas las polaridades humanas: el Bien y el Mal, la Vida y la Muerte, el Amor y el Miedo, etc… Aquí nos enfrentamos a compensar lo material con lo espiritual. De hecho, la rueda zodiacal pronto nos exigirá que rompamos esquemas y que en esta medición gane el espíritu. En el cuarto signo (Cáncer) encarnamos como seres humanos y a partir de allí vivimos el mundo de las formas. Para integrar y sintetizar la totalidad de ellas con absoluta comprensión y profundidad del significado trascendental de cada una (en Sagitario, signo noveno), necesitamos asumir que hay algo más que pura materialidad fría, tosca y seca. La materia es una hipótesis. Pronto, el Sol tendrá que hundirse en las pantanosas aguas escorpianas y deberá confiar que hay algo más que solo mera materialidad para poder transmutar su serpentina personalidad en una águila de fuego que lo ve todo desde el cielo con enormes ansias de amor, libertad, expansión y vitalidad.
Pero por ahora, estamos en el primer paso, en las Puertas del Cielo, que se abren creando senderos sólo si hacemos una introspección sincera acerca de qué hay que dejar, cuánto soltar, cuánto cambiar, cuánto atreverse a perder.
Si miramos la naturaleza que nos rodea, vemos que ésta es la última cosecha, debemos guardar los cereales para el próximo duro invierno. Los árboles comienzan a perder hojas, la luz cede y empieza a escasear. Se anuncia un momento oscuro y difícil, un soltar, un sumergirse en uno mismo, replegarse sobre sí para proteger cuanto valga y no malgastar energía y recursos en aquello que ya no vale la pena. La Tierra se retrae también, cesa su generosidad y nos advierte que se acerca la noche, que durante unos meses nos sentiremos solos. Y esta es la hora de cambiar, de transformarse, de prepararse a soltar para renacer en Primavera (dentro de 6 meses).
Ahora sí, sin miedos. A meditar y a cambiar cuánto queramos y podamos. Tal vez sea cierto que el curso de los acontecimientos actuales nos pida que aceleremos procesos. Aún así, quien no aproveche este Otoño para prepararse a dejar y desprenderse de aquello que deba soltar, tendrá, seguramente, otros Otoños para hacerlo. Las oportunidades no se dan una sola vez sino múltiples veces, a cada instante y a cada tiempo. Este rebalanceo, esta equiponderancia libriana se presentará una y otra vez en la vida. El Otoño es solamente el momento en que toda la Naturaleza manifiesta esta necesidad. Pero cada día es la oportunidad de crecer, expandirse y acercarse más a Uno Mismo.
+ a.l.e.j.o l.ó.p.e.z +
Estamos vivos. Pulsamos…
[Algunas ilustraciones tienen copyright ©Stephanie Pui-Mun Law http:\\www.shadowscapes.com]