Phaetón era el hijo de Helios, dios del Sol.
En cierta ocasión puso en duda la palabra de su madre y temió no ser hijo de la divinidad masculina. Así, recurrió a Helios mismo y le consultó. Su padre le prometió concederle lo que quisiera como forma de prueba.
Phaetón quiso entonces manejar el carro sobre el que el Sol viajaba para circular por el Cielo.
Por supuesto, su padre se lo advirtió. Los caballos eran bravos y no temerían y respeterían al hijo igual que al padre. Phaetón no estaba acostumbrado a ordenar a semejante bestias. Helios pensó que no vería las marcas que habría dejado en sus viajes anteriores y temió por la tierra y por las constelaciones. "Ni demasiado alto, ni muy bajo, hijo mío, el camino del medio es el más sano".
Pero Phaetón no temió y precipitadamente se subió al carro tomando las riendas hípicas demasiado rápido. Sonrió, contento, orgulloso, sabiéndose poderoso e importante. Miró a Tetis, la diosa del mar, y le hizo un gesto rápido para que abriera las compuertas. Al fin, amaneció.
Los caballos se descontrolaron. Avanzaron a toda velocidad. Phaetón intentaba controlarlos pero los animales no obedecían. Subieron alto y las estrellas temieron, las constelaciones lloraron y suspiraron. Bajaron luego de súbito, y así quemaron parte de África generando desiertos y ennegreciendo la piel de sus habitantes. Se desplazan a una velocidad exuberante. Alcanzaron incluso a la luna que sorprendida, se agitó al ver pasar el carro de su hermano. Temió la madre tierra. Phaetón no tenía control alguno y estaba cada vez más bajo. Los campos se quemaban, la gente sudaba y moría de calor, los hombres se desesperaban.
Zeus oyó los gemidos de la Tierra y decidió detener el carro que ya alcanzaba tal velocidad que parecía inalcanzable. Así, Crónida Zeus lanzó un rayó directo a uno de los ejes de las ruedas del carro. Los caballos al fin se detuvieron, se rompió el carruaje y Phaetón cayó desde lo alto.
Para que el Hijo se convierta en el Padre debe poder pasar la prueba. La prueba es el descubrimiento de la propia identidad.
Leo es el signo regido por el Sol, Rey de nuestro sistema. Pero la función solar no es soberbia sino humilde. Helios nos regala su calor y su luz sin pedir nada a cambio, entiende, que tan sólo cumple una función.
Recordémoslo, en el Universo hay miles de soles como en la tierra pulsan infinidad de corazones dentro de cada pecho humano.
Estamos vivos, pulsamos...
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