"Y ahora entendemos lo que en otro caso sería incomprensible: cómo sucedió que para los pueblos antiguos el culto a los animales fuese en realidad el culto al zodíaco.Pues lo que aquellos reverenciaban en el animal no era el animal mismo, sino la divinidad, que en el animal había dejado su huella en la Tierra; de modo que el antiguo se inclinaba a reverenciar esta huella divina. El culto a los animales era un besar piadoso la huella de aquellos seres superiores de naturaleza divina; el hombre antiguo (prehistórico) entendía, a partir de la influencia total de la divinidad, las fuerzas que irradiaban el zodíaco. Y cuando los hombres de aquella era arcaica, hace muchísimos miles de años, caracterizaban las diversas regiones del zodíaco celeste con nombres de determinados animales, ello quería indicar que los antiguos sentían 'cómo' de aquellas regiones les llegaban a ellos las mismas fuerzas divinas que ellos intuían en el reino de los animales y cuyo eslabón hereditario inmediato era en la Tierra el ser humano, esto es, el heredero y el perfeccionador de aquello que vivía en la piedra, en la planta y finalmente en el animal como precursor del hombre, en aquellos tres reinos que el ser humano reunía dentro de sí para transmitirlos al cuarto reino, a saber: el estado evolutivo de embrión divino sobre la Tierra, que llamamos 'ser humano'."
Oscar Adler
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