La máxima “lo que es arriba es abajo” hace referencia a la correlación entre este despliegue personal y dicha configuración celeste, haciendo que la mirada astrológica aporte suma riqueza como una de las vías de expansión del sí mismo. El conocimiento y decodificación de nuestros planetas, sus posiciones y relaciones entre sí, relatan como una identidad transita su sendero al tiempo que absorbe a cada paso su propio destino. Pero como seres en constante vínculo que somos, nuestro destino es a la vez el destino de otros, y así infinitamente hasta tejer una trama de identidades y destinos que configuran una totalidad.
Desde esta ampliación, podríamos percibir a la humanidad toda como un gran ser imaginario con identidad y destino propios que, por su puesto, también está subordinado a las leyes del cosmos. Así definimos a la Astrología Planetaria; como el conocimiento de la carta del Planeta Tierra cuya identidad es la conciencia de la humanidad y su destino la historia de la misma.
El foco de esta se centraliza en los tránsitos de Júpiter y Saturno, y de los planetas transpersonales Urano, Neptuno y Plutón. Los dos primeros dan cuenta del acuerdo colectivo conciente de los humanos. Júpiter hace al bagaje de ideologías, sistemas de creencias, sentidos religiosos, los cuales toman forma y sustancia vía patrones de orden, estructuración y legalidad aportados por Saturno. Ambos configuran la conciencia de la humanidad, transformando a esta en un visible vehículo de la vida terrestre. Urano, Neptuno y Plutón en su viaje van trazando un destino al cual no podemos intervenir ni direccionar a voluntad porque la humanidad no absorbió concientemente sus vibraciones. Guerras, catástrofres naturales y todo hecho no deseado ni elegido son la sombra no asimilada por este gran sujeto planetario.
Cuál sería el panorama del cielo de hoy ? En pocas palabras, en este 2010 vamos a asistir como humanidad a un reajuste, un nuevo punto de inflexión, o un salto evolutivo si se quiere. Lo que sucederá en el cielo será una figura que pondrá en tensión a casi todos los planetas antes mencionados. Urano y Júpiter en el signo Aries encarnarán el estallido creativo por excelencia. Algún aspecto de la realidad, probablemente la comunicación virtual, inaugurarán una diferente, única e inédita novedad. Estos dos tendrán de la vereda de en frene a Saturno en el signo de Libra, que impondrá su orden haciendo ley en acuerdos, alianzas y en una distribución más justa y participativa de los núcleos organizativos del sistema todo. Y en la punta del triángulo que media entre esta recta, está Plutón en Capricornio encargándose de la transformación de las formas establecidas.
Su cualidad destructiva tomará protagonismo en todos los núcleos de poder, sostén y estructuras en general que se hayan cristalizado y por lo tanto desvitalizado, permitiendo así la renovación vía construcción de nuevas matrices de orden. En pocas palabras, acontecerá “un gran chispaso cósmico” que nos hará virar hacia una nueva e inesperada dirección, creando nuevos pactos para garantizar la estabilidad del planeta, al tiempo que se tendrá que incluir la máxima tensión entre autoridad y poder que ye estamos protagonizando.
Como humanidad nos cuesta asimilar esta tensión como un verdadero salto hacia la evolución y constantemente construimos fábulas apocalípticas, versiones del fin del mundo y demás creaciones delirantes y trágicas fruto de nuestra escasa flexibilidad a las corrientes de cambio y renovación.
El cambio acontecerá, el Planeta lo actuará sin duda. Muy probablemente se sirva de las fuerzas de la Naturaleza como portavoz de sus vibraciones fluctuando. Como humanidad solo debemos estar receptivos a su danza, abiertos de corazón para que la confianza circule como un efecto de campo y el miedo no se propague en las masas. El triángulo es una figura con una geometría que siempre implica trascendencia, “trasciende la polaridad, los extremos, los unifica y reúne”. Acatar este trazado celeste como una alta posibilidad de trascendencia de vida del Planeta Tierra es colaborar como humanidad a sus designios sagrados. Aunque nos cueste creerlo, la invitación es hacia la integración, hacia un grado más de disolución de pares de opuestos que siempre generan realidades dolorosas, diferencias inconciliables, caos y pobreza de toda magnitud.
Seamos receptivos, acompañemos los cambios, permitamos que “el arriba sea abajo” sin temores ni resistencia. Confiemos en que estos tiempos son una invitación a la reunión de fuerzas sagradas que direccionan su poder hacia la creatividad misma, fuente de toda vitalidad y permanencia. Aunque parezca que todo puede llegar a un final, solo se está reciclando y embelleciendo la eternidad.
“Seamos receptivos como humanidad”
Melina Enrico