"...pues por ser implacable e inexorable es Hades el dios más aborrecido por los mortales..."
Homero, la Ilíada, Cap. 9 verso 158
Iremos tratando de ver y reconocer distintos aspectos del mismo para poder vincularnos con él ya no desde la súplica o el miedo sino con un sentido valiente que se atreva a mirar de frente aquello que hay ver.
En la mitología greco-latina, Plutón o Hades es el rey del mundo de los muertos. Es interesante ver que astronómicamente el planeta también pertenece a un sistema dual que incluye una luna “Caronte” quien era nada menos que aquel que transportaba las almas de los muertos. Es posible atravesar el río que nos separa de Plutón. Pero el precio es alto. ¿Qué cobraba el barquero?: una moneda de plata. Astrológicamente, la plata se corresponde con
Otro mito conocido de Plutón es la historia que lo vincula con Perséfone. Cuando ella iba a tomar un narciso, se abrió la tierra y fue tomada por el dios. Una vez en el inframundo, probó una granada cayendo presa de la ley que imponía que todo aquel que comiera en el mundo de los muertos nunca se iría de él. Al ser regente del inframundo, de aquello que está más allá del mundo, se nos aparece como emperador en el reino del oscuro y desconocido inconsciente. Perséfone al probar el sabor de este lugar desconocido para la consciencia, ya no puede volver al mundo de luz. Pierde toda inocencia como así nosotros al atrevernos a intentar mirar cara a cara los lazos con que nos ata nuestra propia mente. Sin embargo, por amor a su madre y a
En general, aquel que descendía al Reino de Hades, ya no podía volver al nuestro. Salvo contadas excepciones. En este momento se me ocurren cuatro (además de Perséfone misma): Orfeo, el poeta; Heracles (o Hércules), el héroe; Odiseo, el astuto y Psyche, la amada de Eros. Si además tenemos en cuenta los mitos romanos, también deberíamos contarlo a Eneas, el piadoso. Quiere decir que la presencia de Hades no necesariamente mata y que, en efecto, se puede sobrevivir a ella, retornando fuertes, vigorosos y aún vivos.
Así comencemos por no temer la entrada del dios a este nuevo signo, sino por festejar, la vitalidad que nos trae.
a.l.e.j.o. l.ó.p.e.z.
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