28 de febrero de 2010

Astrología planetaria

Varias veces hemos definimos al mapa o carta astral como el equivalente al cielo constelado en el instante en que nacemos. Al igual que una semilla, el mapa de cada uno de nosotros contiene potenciado el despliegue energético en todas sus dimensiones.

La máxima “lo que es arriba es abajo” hace referencia a la correlación entre este despliegue personal y dicha configuración celeste, haciendo que la mirada astrológica aporte suma riqueza como una de las vías de expansión del sí mismo. El conocimiento y decodificación de nuestros planetas, sus posiciones y relaciones entre sí, relatan como una identidad transita su sendero al tiempo que absorbe a cada paso su propio destino. Pero como seres en constante vínculo que somos, nuestro destino es a la vez el destino de otros, y así infinitamente hasta tejer una trama de identidades y destinos que configuran una totalidad.

Desde esta ampliación, podríamos percibir a la humanidad toda como un gran ser imaginario con identidad y destino propios que, por su puesto, también está subordinado a las leyes del cosmos. Así definimos a la Astrología Planetaria; como el conocimiento de la carta del Planeta Tierra cuya identidad es la conciencia de la humanidad y su destino la historia de la misma.

El foco de esta se centraliza en los tránsitos de Júpiter y Saturno, y de los planetas transpersonales Urano, Neptuno y Plutón. Los dos primeros dan cuenta del acuerdo colectivo conciente de los humanos. Júpiter hace al bagaje de ideologías, sistemas de creencias, sentidos religiosos, los cuales toman forma y sustancia vía patrones de orden, estructuración y legalidad aportados por Saturno. Ambos configuran la conciencia de la humanidad, transformando a esta en un visible vehículo de la vida terrestre. Urano, Neptuno y Plutón en su viaje van trazando un destino al cual no podemos intervenir ni direccionar a voluntad porque la humanidad no absorbió concientemente sus vibraciones. Guerras, catástrofres naturales y todo hecho no deseado ni elegido son la sombra no asimilada por este gran sujeto planetario.

Cuál sería el panorama del cielo de hoy ? En pocas palabras, en este 2010 vamos a asistir como humanidad a un reajuste, un nuevo punto de inflexión, o un salto evolutivo si se quiere. Lo que sucederá en el cielo será una figura que pondrá en tensión a casi todos los planetas antes mencionados. Urano y Júpiter en el signo Aries encarnarán el estallido creativo por excelencia. Algún aspecto de la realidad, probablemente la comunicación virtual, inaugurarán una diferente, única e inédita novedad. Estos dos tendrán de la vereda de en frene a Saturno en el signo de Libra, que impondrá su orden haciendo ley en acuerdos, alianzas y en una distribución más justa y participativa de los núcleos organizativos del sistema todo. Y en la punta del triángulo que media entre esta recta, está Plutón en Capricornio encargándose de la transformación de las formas establecidas.

Su cualidad destructiva tomará protagonismo en todos los núcleos de poder, sostén y estructuras en general que se hayan cristalizado y por lo tanto desvitalizado, permitiendo así la renovación vía construcción de nuevas matrices de orden. En pocas palabras, acontecerá “un gran chispaso cósmico” que nos hará virar hacia una nueva e inesperada dirección, creando nuevos pactos para garantizar la estabilidad del planeta, al tiempo que se tendrá que incluir la máxima tensión entre autoridad y poder que ye estamos protagonizando.

Como humanidad nos cuesta asimilar esta tensión como un verdadero salto hacia la evolución y constantemente construimos fábulas apocalípticas, versiones del fin del mundo y demás creaciones delirantes y trágicas fruto de nuestra escasa flexibilidad a las corrientes de cambio y renovación.

El cambio acontecerá, el Planeta lo actuará sin duda. Muy probablemente se sirva de las fuerzas de la Naturaleza como portavoz de sus vibraciones fluctuando. Como humanidad solo debemos estar receptivos a su danza, abiertos de corazón para que la confianza circule como un efecto de campo y el miedo no se propague en las masas. El triángulo es una figura con una geometría que siempre implica trascendencia, “trasciende la polaridad, los extremos, los unifica y reúne”. Acatar este trazado celeste como una alta posibilidad de trascendencia de vida del Planeta Tierra es colaborar como humanidad a sus designios sagrados. Aunque nos cueste creerlo, la invitación es hacia la integración, hacia un grado más de disolución de pares de opuestos que siempre generan realidades dolorosas, diferencias inconciliables, caos y pobreza de toda magnitud.

Seamos receptivos, acompañemos los cambios, permitamos que “el arriba sea abajo” sin temores ni resistencia. Confiemos en que estos tiempos son una invitación a la reunión de fuerzas sagradas que direccionan su poder hacia la creatividad misma, fuente de toda vitalidad y permanencia. Aunque parezca que todo puede llegar a un final, solo se está reciclando y embelleciendo la eternidad.

“Seamos receptivos como humanidad”

Melina Enrico


24 de febrero de 2010

La batalla entre el Ego y el Sí Mísmo (Horóscopo para niños, parte 2)


Si somos verdaderamente conscientes de que el principio lo contiene todo, el momento de dar a luz es, tal vez, el más importante. Toda la energía de este nuevo nacido adquiere entonces su máxima expresión pero desde la mayor posibilidad de síntesis. El bebé no puede hacerse cargo de tanto magnetismo estelar y lo proyecta, entonces, en su ambiente y familiares... Por eso decimos "la Luna es la madre", "Saturno, su padre", "allí viene su tío, Júpiter", etc...

Mientras crece, se irá identificando con algunas características de dicho entorno, nunca con todas. De hecho, otras intentará ignorarlas, evadirlas, o pelearlas. Poco a poco comenzará a formarse un "Ego": un "Yo soy". Y, al mismo tiempo, su archi-enemigo (siempre presente, andando ambos por la vida siempre tomados de la mano): "Yo no soy...". La sociedad y el entorno se alegrarán entonces. Si sabemos quién es cada uno, qué es cada uno, es más fácil vincularnos porque sabemos qué esperar. Sin embargo, la realidad es verdaderamente distinta. El corazón humano es altamente complejo. No sabemos qué somos porque no conocemos jamás todas nuestras posibilidades. Hay muchas partes nuestras que despreciamos. Y en verdad, anhelaríamos ser mucho más de lo que somos y, simultáneamente, nos pensamos menos en situaciones en que podemos más.

El Sí Mismo, oculto en nuestro inconsciente, pero siempre despierto y atento, no cesa de intentar enseñarnos más y más y así mostrarnos todo lo que somos. De modo casual, con aparente azar, sin una lógica fácilmente aprehencible pero de una manera de supuesta aleatoriedad, nos empuja a crecer e incorporar a cada paso, algo más de nuestro Ser. La puerta está abierta siempre, decidamos cruzarla o no. El Ser está en constante expansión, nunca es el mismo sino siempre nuevo.

Conocer la carta natal de un niño puede dar la posibilidad de comprender de antemano algunos problemas, contradicciones y paradojas a las que este ser tendrá que enfrentarse. La idea no es cerrar o solucionar el conflicto sino incentivar el diálogo y la posibilidad creadora que nos trae.

+ a.l.e.j.o l.ó.p.e.z +

9 de febrero de 2010

Horóscopo para niños, parte 1

La astrología es una disciplina milenaria. Los primeros datos que tenemos de ella son tablas sumerias de 5000 años de antigüedad. A lo largo de la historia adquirió objetivos, usos e interpretaciones distintas. En principio, se la utilizaba como un sistema para medir el paso del tiempo y, luego, como un método predictivo. Hacia finales del Imperio Romano, la astrología fue prohibida y los astrólogos, perseguidos. A partir del siglo XIII, sin embargo, volvió a nacer de la mano de la realización de cartas natales para reyes. Los árabes en España apoyaron su uso. Aquí nos encontramos con una astrología determinista que busca predecir qué ocurrirá. Al llegar al siglo XVII, la astrología volvió a ser prohibida y sus seguidores, perseguidos. Años más tarde, el Iluminismo y el Positivimo llegaron a creer haberla erradicado por completo. Sin embargo, hacia finales del siglo XIX, resurgió con renovadas fuerzas y pronto se hizo amiga de la psicología. Así, nació la astrología psicológica, buscando comprender más que saber y predecir.

Un horóscopo es la foto del cielo en el momento en que el bebé nace, aquel instante en que respira aire por vez primera. ¿Por qué no mirar, entonces, la carta natal de un bebé al momento de nacer para poder acompañarlo en el proceso de su vida?

Debemos entender que este momento es el resultado de cierto tipo de unión entre el horósocopo paterno y materno. Por lo tanto, es la manifestación de procesos anteriores y todavía en desarrollo. Es un momento en que los procesos propios de individualización del padre y la madre han alcanzado tal nivel de manifestación que se requiere generar un tercer proceso particular, individual e independiente. Así, un niño (y su carta natal) no es simplemente un ser sino todo un proceso que está manifestándose poco a poco, un proceso que rodea e involucra no sólo a sus padres sino a todas las generaciones familiares pasadas y futuras (y todavía más, a todos los maestros, amigos, amores, etc... con quien este nuevo ser viviente está por cruzar su vida).

Prestemos particular atención al hecho de que un niño es, además de un niño, un proceso entero (de sí mismo y de su entorno) y jamás algo fijo y prefijado desde el momento natal por la posición planetaria. La paradoja es esta: al mismo tiempo que la foto del cielo está quieta y fija, se mueve. La astrología tiene en cuenta el hecho de que los astros siguen en movimiento. La carta natal es sólo el principio de este
momento y en el principio está contenido todo. Pero la manera en que se expresará dicho proceso estará aún por verse.

+ a.l.e.j.o l.ó.p.e.z +

[nota: la foto es de Anne Geddes]