30 de mayo de 2008

La Gran Invocación





Desde el punto de Luz en la Mente de Dios,

Que afluya luz a las mentes humanas;

Que la Luz descienda a la Tierra.



Desde el punto de Amor en el Corazón de Dios

Que afluya amor a los corazones humanos;

Que Aquél que Viene retorne a la Tierra.



Desde el centro donde la Voluntad de Dios es conocida

Que el propósito guíe a las pequeñas voluntades humanas,

El propósito que los Maestros conocen y sirven.



Desde el centro que llamamos la raza humana,

Que se realice el Plan de Amor y de Luz

Y selle la puerta donde se halla el mal.



Que la Luz, el Amor y el Poder restablezcan el Plan en la Tierra.



(Esta es la segunda versión de la Gran Invocación. Tiene en cuenta las cuestiones de género, y el hecho de que Aquél que Viene, es válido para todos los trasfondos religiosos. En la primera, decía "Cristo" en lugar de "Aquél que Viene")


Ensueño Dirigido

Desde una experiencia vivencial, se abordan conflictos, angustias y manifestación de síntomas. El consultante accede al mundo imaginario donde reconoce y despliega patrones energéticos de circulación arquetípica (generacionales, culturales, universales). Las imágenes de nuestro psiquismo son potentes manifestaciones de sentidos que organizan nuestra representación del mundo y la manera de establecer vínculos. Las imágenes no son estáticas, tienen carga, portan tensión que manifiestan nuestro plano emocional. El proceso terapéutico viene a través de asociaciones, amplificaciones e interpretaciones del vasto mundo imaginal del consultante, a la vez que se estimula su autoconocimiento y el desarrollo de la creatividad personal. (Robert Desoille – Europa 1890.1966 - fue el precursor de esta técnica)


Información y contacto:


LIC. MELINA ENRICO
M.Nº 42551
15.5120.2001 (Argentina)
melinaenrico@yahoo.com.ar

28 de mayo de 2008

Mandalas



Mandala es una palabra de origen sánscrito que significa ‘círculo’. En realidad, son representaciones simbólicas (muchas veces geométricas) del macro y microcosmos. Astrológicamente, diríamos que son una expresión de la polaridad Virgo-Piscis.

Básicamente, la función del mandala es la de atraer la energía hacia el centro. Así, las personas con un fuerte nivel de Neptuno pueden verse favorecidas al encarar este tipo de terapia.

Hemos agregado a la columna izquierda del blog una proyección de diapositivas de mandalas que obtuvimos navegando en la web.

22 de mayo de 2008


L A L U N A

La importancia de su cercanía. Su poderosa influencia en nuestro psiquismo.

Biológicamente somos mamíferos, por lo tanto entramos a la vida a través del cuerpo de nuestra madre, quien nos alimenta y protege a lo largo de nueve meses de simbiosis. Recién nacidos, necesitamos afecto como sustancia básica para sobrevivir y constituirnos.
Así como en la dimensión física entramos a la existencia a través de nuestra madre, en el plano simbólico-energético lo hacemos a través de nuestra Luna. Ella nos envuelve en un capullo o nido energético que nos ofrece nuestra primera forma e identidad, además de nutrirnos y protegernos. Por eso decimos que la luna de nacimiento es nuestra energía madre, la energía más familiar para cada uno de nosotros.

En primera instancia, se expresa en las características del vínculo con la madre real del niño y en aquello que esta le transmita a través del cuerpo y las emociones, durante el embarazo y los primeros años de crianza, también la encontraremos en el campo afectivo del niño, es decir, su hogar, familiares y todos acontecimientos “externos” suficientemente intensos que lo afecten emocionalmente.
Este primer hábitat emocional, tomará una peculiar cualidad –ariana, escorpiana, libriana, etc- según la Luna del niño, es decir según por que signo transitaba la Luna al momento de su nacimiento. Esta energía brinda al bebé una gran sensación de completud y seguridad, que excluye provisoriamente el registro de los otros componentes de su carta natal. Más tarde, a lo largo de su vida, este patrón protectivo volverá a parecer a través de distintos contextos, desde la maestra de jardín de infantes hasta los múltiples ámbitos de pertenencia donde se mueva. Allí, donde se sienta contenido, seguro y querido aparecerá su matriz lunar. Aquí es cuando decimos que el patrón energético lunar se va manifestando y desplegando en el interior y exterior de su ser marcando una particular historia afectiva que quedará grabada en su memoria. Así se produce una indentificación inconsciente con ciertas formas, imágenes y contextos que quedarán fuertemente ligados a la sensación de seguridad y afecto.
El mecanismo lunar sería justamente esta identificación. Si se refuerza la permanencia en el nido energético materno, creo un hábito lunar que me lleva siempre a la misma posición de origen. Esta fijación va quedando adherida a la conciencia y luego me dificultará la integración e identificación de otras energías, como la del Sol, Marte o Saturno que serán las encargadas de ampliar mi identidad y otorgar la sensación de yo separado o autoconciencia.
Por eso es necesario que esta primera función vital lunar comience a ceder para dar expresión al resto del campo energético del cual somos parte. Cómo podemos ayudar este proceso? Justamente la Astrología ofrece la posibilidad de observar como actúa la energía lunar en nosotros, como se activa en momentos de miedo, duda e inseguridad donde lo que se anhela inconscientemente es “estar con mamá” y lo que se actúa como hábito y de manera automática me cierra las posibilidades de resolver creativamente, ya que acciono desde un patrón recurrente cómodo y fijo. Si es en Géminis por ejemplo frente al miedo, me lleno de información y diversas explicaciones de lo que sucede, la Luna en Sagitario, minimiza la importancia del conflicto o simplemente lo niega, en Piscis se refugia en mundos imaginarios y fantasías muy alejadas de la realidad, y asi con cada luna en particular.

Solo, comprendiendo, es decir, haciendo consciente la expresión del mecanismo lunar, surge creativamente el talento de nuestra Luna. Cuando logramos desapegarnos de su seguridad y confiar en otras fuerzas energéticas, es cuando la Luna sutil y sabiamente se nos presenta desplegando su lado precioso, su talento y don, que también varía según la cualidad del signo y la casa donde se encuentra. Por eso es necesario trascender el miedo y el desapego y entregarse a un pulso más arriesgado y amplificador.

L i c. M e l i n a E n r i c o

21 de mayo de 2008

El amor a la oscuridad o por qué Perséfone probó la granada 2/2


De modo que la oscuridad será la luz, y la
inmovilidad el baile.
T. S. Elliot


¿Por qué Perséfone prueba la granada? O mejor aún, ¿qué esconde el brillo inocente en la mirada de la hija de Démeter? Lo cierto es que a Perséfone le atrae el misterio. La idea de descender al mundo de los muertos es análoga a la idea de escapar de la superficialidad de la Realidad y acercarse a las profundidades de la misma. En vez de quedarse recolectando flores en el mundo donde todo es visible y claro en tanto esté en contacto con los rayos del Sol, prefiere adentrarse en la profundidad del misterio, y en la persecución de lo incógnito. Le desagrada lo fácil, lo claro, lo elemental y prefiere aquello que es complejo y de difícil alcance y percepción. Más aún, una vez en el Inframundo, Perséfone es erigida reina y ejerce un gobierno despótico sobre los muertos. A Perséfone le gusta ser poderosa y la súbita trasmutación de “hija de Démeter” a “esposa de Hades y reina del Inframundo” suena agradable a sus oídos. Es ella quien intercede más tarde en defensa de Orfeo y con una sonrisa, una mirada y un suspiro en el oído de Hades lo convenció de que resucite a su amada. Por otra parte, es también claro el simbolismo de la muerte. Perséfone debe morir para estar con Hades. Este tipo de amor es un amor que requiere una total entrega porque también está dispuesto a reclamarlo todo.

Sin embargo, el poder, el conocimiento de lo oculto y la intensidad de un amor que requiere morir para poder realizarse tiene a veces un alto precio. Perséfone siempre cargará con la culpa de la pena de su madre y tratará de pagarla durante sus seis meses en la superficie intentando aliviar una falla de la que no es responsable y con el verdadero deseo interno de volver debajo a reinar, mandar y amar de esa forma tan especial que sólo ella sabe.

De por sí, ningún amor es monstruoso y ninguna forma de amor es oscura. Allí donde haya tinieblas, el amor es luz y aún si el amor fuera la noche, entonces la noche sería el día. Ninguna forma de amor es impura sino siempre pura, legítima y válida. Es cuestión de aceptar nuestro propio modo de amar, para poder ejecutarlo de forma creativa y sana.

"Amad el mal, y será redimido..." Thorwald Ethlefsen y Rüdiger Dahlke

* a.l.e.j.o l.ó.p.e.z +

20 de mayo de 2008

El amor a la oscuridad o por qué Perséfone probó la granada 1/2


“Como no podemos dejar de usar el poder... amemos poderosamente.”
Martin Buber


Algunas posiciones de Venus en nuestra carta natal pueden conducir a una atracción hacia aquello que la sociedad considera feo, oscuro, malo o peligroso. Aquí nos encontramos con la sensación de complementarnos en el horror de lo repugnante. Pero nos han enseñado a amar lo bello, lo estético, lo claro y lo definido. Así, las personas con posiciones venusinas “oscuras” sienten una pesadez, una culpa y cierto rechazo hacia sí mismos y su sujeto de deseo. ¿Cómo puede ser que se sientan atraídos hacia lo monstruoso? Por otra parte, la pasión en esta forma de amar suele ser mucho más intensa que en cualquier otra y se oculta de fondo un deseo fusión real y total en y con el otro, rompiendo las barreras de la piel, la psiquis y de todo tipo para llegar a ser uno solo. En esta fusión de una vibración extrema, el deseo propio es del otro y del otro es el propio. Pero semejante intensidad acarrea una culpa, un pesado pensamiento y un temor a enfrentarse a esta monstruosidad morbosa que existe dentro.

Nuestros amigos, los antiguos constructores de leyendas, contaban en Grecia la historia de Perséfone, hija de Démeter, diosa de la Tierra. Perséfone estaba recolectando flores en el campo cuando se presentó ante ella Hades, el Rey y Dios del Inframundo. Seducción y oscuridad ante los ojos de Perséfono y, sobre todo, su deseo proyectado de ser poseída por otro. Hades la rapta y ella pone poca o nula resistencia. Una vez en el Mundo de los Infiernos, él le ofrece un banquete. Ella tiene hambre, muerde una granada y cae perdida en la maldición: quien coma alimento del mundo de los muertos ya no saldrá más de allí. Llora Démeter por no encontrar a su hija quien hacía un instante estaba ahí mismo recolectando flores. Y junto con Démeter llora la Tierra: se secan los árboles, caen las hojas amarillas al suelo, mueren las flores, bajan las temperaturas, nieva. Zeus Crónica, preocupado por el bienestar general, acude a Démeter y le ruega que vuelvan las lluvias, y que ordene a los árboles florecer, a los cultivos madurar y a los pastos seguir creciendo verdes y preciosos. Pero Démeter está triste y no puede hacerlo. El Dios de los Cielos entonces desciende al Inframundo para hablar con su hermano Hades y comunicarle que es imperioso que Perséfone salga a la superficie para alegría de su madre y florecimiento de la Tierra. Pero probada la fruta ya es tarde para volver y tampoco es justo romper las reglas de los muertos. Se decreta entonces lo siguiente: que Perséfone pasará seis meses bajo tierra con su amante y esposo Hades y seis meses en la superficie con su madre Démeter. El primer semestre se corresponde a nuestros otoño e inviernos ya que Démeter está triste, el segundo a nuestras primavera y verano, ya que está contenta.

* a.l.e.j.o l.ó.p.e.z +

16 de mayo de 2008

De Escorpio a Sagitario, un salto a la vida (parte 3/3)


Escorpio es profundidad y transformación. Si Escorpio es muerte, Sagitario es resurrección. Debemos recordar siempre que Escorpio es el octavo signo en la rueda zodiacal. Es decir que la muerte no es el final, sino apenas un paso más en el camino de la conciencia, un paso que se haya algo más allá de la mitad del camino. Escorpio muere para habilitar la resurrección Sagitariana.

Los signos zodiacales están en nuestra vida pulsando constantemente. El pulso astral los conduce y flexiona a cada momento y en cada lugar. Escorpio y Sagitario ocurren a la vez constantemente. Escorpio mira el cuerpo y ve los jugos gástricos del estómago, los intestinos absorbiendo o desechando alimento y también los genitales en esa búsqueda de morir en el otro. Sagitario ve en el cuerpo el crecimiento que produce la alimentación, y al mirar al sexo sonríe pensando en la próxima vida y en ese deseo de entrar en el otro y ser en el otro. Escorpio es muerte y transformación para habilitar a Sagitario que es pura expansión. El Centauro es expansión en todo nivel: comprende la superposición de dimensiones y que allí donde hay muerte también hay vida. El mismo proceso acontece por ejemplo, en el paso de la niñez a la adolescencia o de la adolescencia a la adultez. La identidad debe morir para dar lugar a otra forma de ser más sabia, abarcativa y expresiva.

No hay muerte sin resurrección porque no hay Escorpio sin Sagitario.

Este es el pulso vital del Universo.

* a.l.e.j.o l.ó.p.e.z +

15 de mayo de 2008

De Escorpio a Sagitario, un salto a la vida (parte 2/3)


“Vamos sumando. Morir llena, no vacía”
(Julio Medem de labios de Ana en Caótica Ana)


Desde dentro del dragón, un corazón humano late fuerte y se niega a morir. Cuando ya nos hemos entregado a la perdición y la oscuridad lo abarca todo, una chispa de supervivencia se prende desde la profundidad de las tinieblas. Y allí, con un fino suspiro de vida, el hombre con garras, uñas y dientes, corta las membranas musculosas que lo rodean y se abre paso hacia la vida.

A través de filamentos y venas de oscuridad, el hombre avanza. Gime al fin el dragón y emerge de su vientre el guerrero. A los monstruos, se los vence desde dentro. Pero el hombre ya no es hombre, sino centauro. Con sus cascos equinos galopa ahora sobra la pradera sintiendo la luz solar que lo baña. El calor, la luz, el aire limpio. Más allá, en la línea del horizonte un punto brillante mengua: Júpiter.

El guerrero ha resucitado y ahora corre sobre la pradera una trotada de libertad y expansión. Todo él sonríe, todo él brilla. Lejos queda el cadáver del monstruo vencido. Ya no es más la muerte, ahora es la vida.

Una luz sobre el pasto frondoso se desplaza a toda velocidad siguiendo un punto que mengua en el cielo justo sobre la línea del horizonte. Como siguiendo una flecha que ha sido lanzada hacia las estrellas, nuestro centauro ya no es más cuerpo sino puro dinamismo en movimiento hacia ese punto. Nada lo detiene, nada le hace dudar. Ríe, corre y canta. Es la vida. Es la vida más allá de la muerte. Es la resurrección. Ya nada hay que temer, ya nada hay que dudar. Sólo fluir en este galope que no cesa y que a cada metro se acelera. Se elevan entonces los cascos del suelo y se deshace en el firmamento.

Todavía se puede oír su risa.

* a.l.e.j.o. l.ó.p.e.z +

14 de mayo de 2008

De Escorpio a Sagitario, un salto por la vida (parte 1/3)


“Vamos sumando. Morir llena, no vacía”
(Julio Medem de labios de Ana en Caótica Ana)


Vemos aquí un dragón. Vemos también a un hombre armado, preparado para luchar contra él. La bestia es negra, escupe humo de sus fosas nasales y vomita fuego de su garganta. Es enorme, imponente. Su cuerpo emerge de una cavidad en el suelo y se extiende hasta el centro mismo de la Tierra. Es todo oscuridad frente a la espada brillante del guerrero, único destello de luz entre tantas tinieblas.

El hombre cree que va a vencer. Lleva armas, una espada plateada, hecha de hebras de estrella, un casco reluciente construído con rayos de sol. Es puro armamento frente a la astuta mirada de la draconiana bestialidad a la que se enfrenta. Los ojos del humano son claros y relucientes; los del monstruo, atragantes, embaucadores y engañosos.

Comienza por fin el combate. Un golpe aquí, una asestada allá y un movimiento filoso que intenta cortar escamas. Las mandíbulas de la bestias se abren, se estira su cuello, dientes y colmillos avanzan para morder pero no. El dragón es rápido, sí, pero el hombre valiente, valeroso y fuerte.

Sin embargo, el combate durará más de lo que aquel ser humano podrá soportar. Y al defenderse, en realidad, está intentando redimir a toda la Humanidad de esta. ¿Cómo vencer a la oscuridad plena? Comienza a cansarse. Duda. Tiemblan sus piernas. Se cansan sus músculos. Teme perder. Pero no. Vibran sus rodillas y en un último esfuerzo, cuando ya creía todo perdido, de súbito, un salto, una maniobra increíble, un golpe, un corte en el aire, una luz en plena oscuridad, la sangre negra que brota de la garganta de la bestia, su cuello que se corta, la cabeza del dragón que cae al suelo vencido.

El hombre sonríe, ha ganado. Ha derrotado a la muerte.

No todavía. ¿Cómo podría vencer ese final en la hora suprema? Surge del cuello herido, un gemido de dolor y del centro nueva piel, otra membrana, se regenera la carne, aparecen escamas y el dragón tiene ahora dos cabezas.

El hombre no desespera. Toma fuerte su espada y se prepara para el nuevo enfrentamiento. Una y otra vez, el guerrero corta el cuello de la bestia. Caen y caen más cabezas muertas y siempre se regeneran. Allí donde había una, ahora hay dos, cuatro, seis, doce, y más y más…

Al fin el hombre sucumbe, agotado en una desesperación frenética que no tiene fin. Sus músculos ya no pueden sostenerlo erguido, se quiebran las articulaciones de la rodilla. Cae al suelo. Los músculos ya no sostienen su espalda erguida. Teme, tiembla, llora. Apenas puede abrir los ojos para mirar a la bestia de frente. Un dragón de más de mil cabezas se yergue triunfante. La oscuridad lo devora.

Las tinieblas lo cubren todo. Ya no quedan vestigios de luz. No hay más que oscuridad. Aquí, la muerte, el final último.


* a.l.e.j.o. l.o.p.e.z +


Fuente de imagen: Tristán por Ciruelo

6 de mayo de 2008

Qué es esa cosa que llamamos Destino...?

A mí me gusta la palabra Destino. Y el sentido que Herman Hesse le da en Demián: "el destino de cada hombre es conocerse a sí mismo". Cada acontecimiento, cada situación, cada persona con la nos cruzamos nos habla de nosotros mismos. Ya estamos en un momento en que sería sano reconocer este intenso hábito que tenemos llamado proyección.

Según la Astrología, el mundo interno y el mundo externo no están tan divididos como nuestra conciencia lo quisiera. La idea de que los sucesos y las personas están en nuestra contra o a nuestro favor es algo inocente, ingenua e inmadura. Todo cuanto nos acontece es la manifestación de aspectos propios de los que nos cuesta hacernos cargo. No hay adentro y afuera. "Adentro" y "afuera" son conceptos que aparecen a partir de la fragmentación de la conciencia en polaridad.

Así, cuando algo no ocurre como esperábamos, es bueno comprender que en realidad, hay una fuerza que emergió de nosotros mismos para advertirnos que estábamos disociándonos de quién realmente somos. Los altercados y contratiempos no son más que un intento de volver a nosotros mismos, de mirarnos, reconocernos y aceptarnos por quiénes somos. A mí, particularmente me sorprende la capacidad de disociación que tenemos entre quienes creemos ser, quienes queremos ser y quienes realmente somos. No hace falta más que mirar, callar, observar y aceptar. No deberíamos salir de ninguna situación sin saber antes por qué entramos en ella. Sólo cuando tengamos absolutos conocimiento y aceptación de nosotros mismos, alcanzaremos también completa libertad y creatividad.

“Busqué, busqué y esto fue lo que encontré: que lo que pensaba que eras tú, en realidad era yo”


* a.l.e.j.o. l.ó.p.e.z +


Imagen: "Laberinto" de Fito Espinosa

El Origen del amor

En El Banquete, Platón (bajo la voz de Sócrates) nos cuenta una historia oída de una tal Diotima, una mujer de Mantinea, que versa sobre el origen del amor.

En otro tiempo, el ser humano era redondo. Constaba de dos pares de brazos y piernas y dos rostros unidos de forma tal que, mientras que uno miraba hacia delante, el otro miraba hacia atrás. Eran tres los sexos. El masculino descendía del Sol, el femenino de la Tierra y, por último un andrógeno que consistía en ambos sexos unidos, descendía de la Luna, punto intermedio entre el Sol y la Tierra.

Pero los Dioses temieron. La humanidad era entonces poderosa y osó amenazarlos. El conflicto era de difícil resolución. ¿Qué hacer? Eliminar a los hombres no era posible, ya que los dioses necesitan a sus fieles. Pero, por otra parte, no podía permitírseles el soberbio atropello del desafío a lo divino.

La solución fue efectiva y de doble resultado. Cada uno de estos seres cuadrúpedos sería cortado al medio, de forma tal que ya sólo se sostuvieran en dos piernas haciéndolos a la vez débiles para el rebeldía y numerosos para la adoración.

Uno a uno, lágrima a lágrima, fueron divididos y separados con dolor. Apolo curó las heridas y giró sus rostros hacia el lado donde había acontecido la separación así no olvidarían el castigo. Reunió los cortes de la piel y los cosió en el punto que nosotros hoy llamamos “ombligo”. Pero cada mitad hacía esfuerzos inútiles por volver a juntarse con su otra parte. Se abrazaban y permanecían así, uno en el otro hasta morir. Aquello que antes era unidad, ahora se encontraba fragmentado en la dualidad. Zeus tuvo al fin compasión y les puso sus órganos genitales donde los tienen ahora para que pudieran amarse a través del sexo.

Nunca ya se borraría de nosotros el recuerdo de ese lejana y última mañana en que amanecimos todavía sin haber sido separados, cuando lo doble era aún uno. Y en efecto, al amar a otro, nos amamos a nosotros mismos o, dicho de otra forma, amamos a esa parte nuestra que nos ha sido arrancada y que sostiene este anhelo de volver a ser completos.

El acto de hacer el amor es la manifestación en el mundo material de ese deseo de volver a ser uno. Lo que llamamos amor no es más que el recuerdo y el canal por el cual volvemos a sentirnos completos.



a.l.e.j.o. l.ó.p.e.z